El festival de cine de Gaza tiende la alfombra roja a la libertad y el arte

Vie, 05/13/2016 - 17:35

 

Bajo el título de "Queremos respirar" y sin el glamour de los grandes encuentros cinematográficos de occidente, el festival "Red Carpet" de Gaza se inauguró este año con cerca de setenta producciones de todo el mundo que reivindican el derecho a la vida y la libertad.

Los 40 metros de alfombra roja que estos días se abren paso hacia el Centro Cultural al-Shawa, en Gaza capital, son en ese sentido mucho más que un mero corredor para el desfile de estrellas, asegura a Efe su organizador, Jalil al-Muzayan.
"Nuestro mensaje es contarle al mundo que la población de Gaza quiere respirar una vida verdadera, respirar libertad y arte", señala el iniciador de un poco habitual proyecto que, en su segunda edición, vuelve a desafiar las dificultades políticas, religiosas, sociales, económicas, y hasta psicológicas, en la franja.
Cientos de gazatíes acudieron a la inauguración del llamado en árabe festival Karáma (Dignidad), celebrado por primera vez en 2015 en el barrio de Shayaíe, el más castigado por la guerra que las milicias palestinas e Israel habían librado unos meses antes.

Al-Muzayan apunta que entonces quisieron contarle al mundo que "a la población de Gaza no le gusta morir, que ama la vida" y que, a pesar de la destrucción, "encontraba un sitio entre los escombros para ver películas".
"En esta edición, el objetivo es mostrar una cara más bonita de Gaza y que a la gente le gusta vivir", agrega sobre un evento que se enmarca dentro de una amplia red de festivales en el mundo árabe para crear concienciar sobre los Derechos Humanos.
Y como homenaje a la vida qué mejor para inaugurarlo que el sueño personal del popular cantante palestino Muhamad Asaf, vencedor del concurso "Arab Idol", en un documental llevado al cine por el director palestino-israelí Hany Abu-Assad.

Las producciones palestinas se entremezclarán hasta el lunes con las de varios países árabes y occidentales, en todos los casos con el común denominador de abordar problemas sociales y políticos.
También hay alguna que otra comedia, pero siempre desde una óptica política que recuerda a la audiencia esa realidad que busca precisamente olvidar.
"He venido aquí con mis amigos porque es algo diferente. Ayuda a la gente a superar y olvidar la horrible y mísera situación que vivimos la gente de Gaza", sostiene Suma Kabariti, una mujer de 24 años y fiel seguidora de Asaf.

En la aberrante realidad de la franja, controlada por el movimiento islamista Hamás desde 2007 y desde entonces bajo el bloqueo de Israel y más recientemente de Egipto, organizar un festival no es tarea fácil.
Hay que superar barreras tan sorprendentes como la de no poder apagar la luz de la sala durante la proyección -con el fin de evitar todo tipo de actos indecorosos para la sharía (ley islámica)- y el escrutinio de cada escena para cortar las que son problemáticas desde el punto de vista social, político o religioso.

Las autoridades también prohibieron una de las proyecciones en el puerto de pescadores porque la concentración de personas en las calles está prohibida.
"El equipo organizador ha decidido celebrar este festival para la gente simple y marginada de Gaza que ha sido olvidada por sus líderes", se queja al-Muzayan en una inusual crítica a los gobernantes.
Su colega Saed Sweirki reivindica el "derecho a respirar" y "sentirse libres", y culpa a la "división interna palestina" -el cisma en 2007 entre los movimientos islamista Hamás y nacionalista Fatah, que gobierna en Cisjordania- de haber perjudicado todos los aspectos de la vida" en la franja.
"Nuestro mensaje es muy claro. Gaza tiene la capacidad de vivir en paz, lejos de la guerra y de la miseria", puntualiza.

Para realzar ese mensaje se presentarán hasta el lunes doce filmes narrativos, diecisiete documentales, treinta cortos y siete de animación.
Los más importantes se proyectarán en el gran Centro Cultural al-Shawa -con capacidad para 1.500 personas- y en otros dos teatros, los menos en decenas de escuelas y centros culturales.
Los cines desaparecieron de la franja a finales de los ochenta, en coincidencia con el estallido de la primera Intifada contra la ocupación israelí y la llegada a la zona del aparato de vídeo.

No obstante, en los últimos años, algunos directores locales como al-Muzayan tratan de atraer de nuevo al público a la gran pantalla para que pueden hacer algo tan sencillo en Occidente como "disfrutar de una película". EFE
 

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