Espejito, espejito

Mié, 04/27/2016 - 20:11

Se dice que hay un estereotipo creado para la belleza, los genes suponen aportar características que prevalezcan o embellezcan. Nací peliroja, de ojos grises, con cabello chino y piel blanca, una vez escuché decir que tener los ojos claros era tener la mitad del terreno ganado, ¿a qué terreno te refieres? ¿Qué se supone que ganaré entonces?

Yo nunca me creí BONITA, de joven estuve demasiado abrumada por otras cosas y no me concentré en mi parte física, para mi, el cuerpo y la cara eran un simple cascaron de lo que había por dentro. No me preocupaba de salir linda en las fotos, ni siquiera he podido encontrar fotos donde salga sonreída entre mis 12 y mis 18 años. Mis amigas iban al spa, se depilaban, iban constantemente al salón de belleza, modelaban sus ropas nuevas y yo era como un cisne opacado. La primera vez que me vi al espejo de una forma diferente fue cuando mi tía me sentó a mis 18 años y me dijo ¿Sabes lo linda que eres? ¡Eres genuinamente linda! De todas las cosas que me habían dicho de niña y adolescente nadie me había dicho que era linda, esa parte estaba como escondida en mi. Fui al espejo de mi cuarto, toqué mi cabello, respingué mi nariz, abrí mis ojos y me di cuenta que hasta tenía un punto en mi ojo derecho que nunca antes había visto. Yo era sumamente tímida, caminar sola me daba pánico,  tomé un curso de autoestima que me cambio la vida, por segunda vez me dijeron ERES LINDA, esta vez frente a todo el salón de la clase, frente a una cámara. Poco a poco comencé a entender que mi peso no me iba a hacer ni más fea ni más linda sino más saludable y enérgica, que podía optar por no peinarme pero que si lo hacía estaba ganando yo misma, que cuando usaba un labial mi boca se veía  impactante, que al pintar mis uñas simplemente ya no me las comía y daba la mano sin pena.

De un tiempo para acá, analicé cada parte de mi cuerpo, me estudié, probé con ropas, estilos, colores y me desenvolví en distintos ámbitos hasta que encontré quien era YO, quien era esa persona que se escondía detrás del cascaron, que la hacía sentir en confianza, que zapato la hacía caminar con firmeza, con que camisa no tenía que encorvarme para esconder el busto. Tomó tiempo entenderme y aceptarme hasta que lo logré, perdí la rigidez y aposté a la auto-confianza, esa vitamina que tu misma fabricas trabajando la aceptación de adentro hacia fuera a la que yo llamo VITAMINA PINK. 

 

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