¿Ganar o perder? Cómo evitar la trampa de quedarte a un lado de la línea

Mar, 09/08/2020 - 11:09
No nos hablan de la complementariedad de los opuestos. No nos entrenan para las pérdidas ni nos explican que sin ellas no puede haber ganancia, que una es parte de la otra.

Una mañana de marzo 2019, estando en California por motivos de trabajo, me desperté con este pensamiento:

¿Qué será vivir más allá del ganar y el perder?

 

¿Cómo se sentirá una persona que vive sin pensar ni considerar la pérdida o la ganancia en su vida? ¿Será posible?  Sin darme cuenta, se quedó esa semilla de curiosidad dentro de mí con un deseo impecable y nítido de querer sentir lo que eso significa, y si eso es posible.

 

Nacer y crecer en occidente no necesariamente me ha apoyado a pensar o sentir la vida de esa manera. Estoy entrenada a las transacciones de dar y recibir, trabajar y ganar dinero, jugar y querer ganar, ganar buenas amistades, ganar aprendizajes, ganar ventaja de algo o alguien, y por ahí va la lista.

 

No nos entrenan para las pérdidas ni nos explican que sin ellas no puede haber ganancia, que una es parte de la otra. Como tu mano tiene su parte de arriba y su parte de abajo, para que exista tu mano necesita de ambas partes. Lo mismo con las monedas: tienen dos lados inseparables que coexisten como unidad. No nos hablan de la complementariedad de los opuestos.  

 

En mi experiencia, uno de los retos más grandes es aceptar esa ley inaliebable, la Ley de la polaridad: frío-calor, luz-oscuridad, alegría-tristeza, y asi sucesivamente. Basta tener un fuerte dolor de cabeza para recordar el bienestar.

 

Los ejemplos de arriba son aceptables y hasta lógicos, el reto viene cuando nos tocan los sentimientos de tristeza y depresión. En ese momento es muy difícil aceptarlos y transitarlos. A la vez, en todo aquello que cae bajo categorías indeseables como ladrón, asesino, delincuente, allí salta la moral y nadie quiere aceptar que esos comportamientos humanos son posibles en todos los humanos, no solo en algunos.

 

No existe ladrón sin aquel que no roba.  No hay asesino sin aquel que no mata. Aceptar esto no es fácil, ni siquiera se nos ocurre. Es allí donde surgen los héroes de la compasión, la empatía y el perdón.  Una madre pierde a su hijo asesinado por un joven que va a prisión. Esa madre inicia una serie de visitas al joven en prisión, y cuando el chico cumple la condena no tiene adonde ir, y esa señora se convierte en su protectora y lo lleva a vivir con ella. Mmm…. ¿real?, ¿humano? Eso definitivamente es ir más allá de ganar o perder.

 

Entonces crecemos y vivimos en la trampa psicológica de querer estar solo de un lado de la línea de la polaridad, querer ser y estar en un solo lado de la ecuación. Deseamos desesperadamente ser correctas y buenas. Estamos convencidas que solo pertenecemos a un lado de esa polaridad y que nuestra vida es y será diseñada para estar en el lado “bueno” de la línea.

 

Y allí está la trampa. Porque no queremos reconocer ningún sentimiento o pensamiento burdo, bajo, débil, “inaceptable”: no son permitidos. Y punto. Y es allí donde se nutren y crecen las represiones, las asfixias, algunas fobias y muchas frustraciones. Toca revisar una y otra vez todo aquello que nos dispara la “moral”, la buena conducta, los cánones sociales y comenzar a pensar e imaginar qué es lo que le está pasando a la otra persona para que actúe así.

 

¿Será esa persona tan humana como nosotras?

 

La otra parte de la línea es la sombra. Es aquello que no hemos integrado como parte de nuestra naturaleza humana. Lo vemos muy claro en lo externo, en lo de allá afuera, y  negamos que tenemos algo de eso.

 

A las pocas semanas del confinamiento me di cuenta que tendrían más ventaja aquellos que tuviesen alguna práctica personal de silencio, lectura, meditación, yoga, respiración o contemplación; elementos básicos para apoyar al cerebro en tiempos de incertidumbre y ansiedad. Esas ventajas les permitirían más serenidad, paz mental y aceptación.

 

Por elección y necesidad atiendo mis adentro a través de algunas de esas prácticas, por lo cual decidí aportar y ofrecer meditaciones de bienestar desde marzo 17 hasta la fecha.  Me di cuenta de que ese ofrecimiento era un ejemplo de ir más allá de ganar o perder; aclarando que desde el inicio ha existido la ganancia de poder aportar al descanso mental de muchos.

 

Luego ocurrió algo que me hizo reflexionar: me sentía cansada y descompensada y fuera de la ley natural universal de la economía del dar y recibir. Decidí cambiar el formato, añadir más valor con pautas de escritura y ofrecer esos aportes de bienestar a un precio módico. Como persona independiente, sin ingresos fijos, requería de ese balance.

 

A la vez, me di cuenta de que escribir aquí en la revista MUJER, donde no hay retribución financiera per sé, experimentaba esa dimension de ir más allá de ganar o perder, algo que me brinda satisfacción, plenitud y pertenencia. Escribir por escribir, escribir por compartir, escribir por comunicarme contigo y saber que tú existes y que yo existo.  

 

Hemos sido programados para que todo tenga un significado o una razón de ser. Nos hemos convertido en máquinas que necesitan asignar significado a todo.

 

“Estar por estar, vivir por vivir, con los rituales básicos de la existencia”

 

Viene a mi mente la campesina sabia que no se pregunta nada sobre el futuro porque tiene sus rutinas de trabajo, descanso y contemplación tan arraigadas que no le queda espacio para la ansiedad o la confusión. Es tal vez la forma en que nos toca estar en el mundo en estos momentos.  

 

Hoy me doy cuenta de que en estos seis meses de confinamiento, donde nuestras estructuras sociales, mentales y afectivas han sido desbaratadas, he podido experimentar lo que es ir más allá de ganar o perder.

 

He podido vivir lo que es jugar por jugar ‘chinesse checker’, aunque ¡claro que quiero siempre ganar!  Sigo aprendiendo que se puede vivir por vivir sin una agenda o trabajos asignados, aunque me cueste muchísimo, lo sigo practicando.

 

Vivir por vivir. ¿Puedes? A mí no me es fácil.

 

Mantengo la pegajosa creencia ancestral (o no), de que tengo que servir, tengo que aportar, tengo que dar lo que he recibido, tengo que compartir lo que aprendo, tengo que, tengo que, tengo que…..Y eso es una trampa. Mi propia trampa.

 

 

¿Qué pasa sin un día no haces nada, simplemente nada?

Pausas, descansas y haces lo minimo.

 

 

Meditamos porque sí. Escribimos por que sí. Este artículo lo escribo porque sí.

 

Y tú, ¿qué experiencias has tenido en estos seis meses donde has ido más allá de ganar o perder?

 

¡Hoy te abrazo más fuerte que la semana pasada!
Cristina Raquel
Promotora del Aprendizaje Continuo y Tus Actos de Poder

 

PD: Si te interesa el tema de la sombra (las partes escandalosas que no has integrado), puedes entrar a Google y buscar la sombra de Carl Jung, que significa que me estoy “proyectando”. Te puede cambiar la vida cuando aprendes y comprendes que los valores opuestos se complementan y que existe una ley universal que se llama la Ley de la polaridad.

 

Leer más: El arte de pedir ayuda y por qué es necesario para lograr tu bienestar

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