Ni Diana, Ni Kardashian

Mié, 01/27/2016 - 20:47

 

Por: Juanco Fernández/ Creativo /@tuiterdejuanco/ Blog: https://panteondelmassinembargo.wordpress.com

 

Hace algunos meses, varias mujeres mostraban orgullosamente en sus perfiles, una foto que decía: "En un mundo de Kardashians, sé Diana" (en referencia a la princesa Diana Q.E.P.D.) ¿Cuál fue mi reacción?, preguntarme "¿por qué hay que elegir entre una o la otra, cuando una mujer por si sola ya es perfecta siendo ella misma?"

A pesar de que Diana era un ícono de moda y elegancia, lo que la gran parte del mundo ignora es la parte triste y difícil que le tocó vivir, precisamente ese mundo que la “aplaudía” no la dejo ser ella misma, siempre tuvo que ser perfecta porque era una princesa y ella “cumplió” el sueño de casarse con un príncipe y ser feliz para siempre, pero ese justo contrato tiene una letra chiquita que lo convierte en una pésima idea. (La letra chiquita de "casarse con un príncipe y ser feliz por siempre" es: nunca más podrás ser tú misma, todos tienen paso libre a opinar de tu vida, sólo puedes ser lo que el mundo quiere que tú seas, salir siempre producida etc.)  

En la otra esquina están las Kardashians, un grupo de hermanas millonarias que ganaron relevancia por…ser millonarias y, a falta de una Paris Hilton, de alguien tenían que hacer bochinches. Sólo imagina que la hermanita menor de las Kardashians tuviese la mágica idea de  querer ser reina de Calle Arriba de Las Tablas, con una familia tan controversial y encabezada por un padrastro que acaba de convertirse en madrastra, darían comidilla para una tuna kilométrica de cosas horribles que podrían cantarle, darían para hablar tanto que  harían extender el tiempo de carnaval a que durara 2 semanas y, tenlo por seguro que hasta llegan sacar discos de grandes éxitos del Carnaval de Las Kardashians, entonces ya dándote cuenta que por acá la cosa tampoco funciona ¿ser una Kardashian? No tan buena idea.

Ahora, más allá que el entorno moderno global y local insistan en imponer “role models”, desde mi punto de vista como hombre, lo ideal es que una mujer logre ser ella misma. No es un proceso fácil y ¡en Panamá muchísimo menos! Donde una reunión familiar se puede volver una sesión de azotes a la autoestima y al carácter, porque tener que enfrentar al prejuicio de acero de tus tías, abuelas y demás familiares diciéndote: “¿y el novio para cuándo?” o “estás muy gorda, no comas/estás muy flaca, come” y la peor de todas “ya tu prima consiguió un doctor/abogado/ingeniero y tú con ese tipo” acaban con la felicidad de quien sea; o los miles de posts de felicidad producida en Facebook puede arruinarte el humor, (tengamos claros esto: quien está feliz, no tiene tiempo para andar haciendo alarde de ello). Realmente ese lapso de búsqueda con tanto agente represor y generador de dudas u “overthinking” que hacen tanto daño es durísimo para quien sea y muchas veces cuando realmente llega la iluminación de entender quién eres, qué quieres y demás dudas existenciales, es demasiado tarde. 

Aprender a ser uno mismo es duro, durísimo y más allá del género; la satisfacción que esto brinda permite explotar cualidades y sobretodo trabajar en defectos. Eso regala una plataforma inmensa de mejora, sin roles, sin imitar y sobretodo de un amor propio enorme… al final del día, ni Diana, ni ninguna Kardashian saben lo cool que es que te vayas a dormir con la satisfacción de estar cómoda dentro de tu propia piel.

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