Belleza: ¿una cualidad inalcanzable?

Vie, 09/15/2017 - 13:24
Una discusión acerca de los estándares de belleza actuales y sus consecuencias en la mujer

Es interesante conocer cómo a lo largo del tiempo, y dependiendo de los ojos que miraran a la mujer, el concepto de belleza femenina ha ido mutando a través de las épocas.

En el siglo XVII,  las mujeres rollizas eran de lo más apetitosas y anheladas. Rubens nos lo dejó bien claro. En el siglo XIX (época victoriana) se comenzaron a usar los corsé, acentuando la cintura y realzando el busto y las caderas. En el siglo XX el caricaturista Charles Gibson marcó el canon de belleza a través de lo que se conocía como la ‘Gibson Girl’: pechos altos, caderas anchas y nalgas prominentes. 

Durante la Segunda Guerra Mundial, las mujeres se alejaron de las curvas para conseguir una piel perfecta y cuerpos sanos y delgados. Con el tiempo (durante los años 50 y 60), los cuerpos pequeños y delgados como los de Audrey Hepburn o Sue Lyon en Lolita fueron ganando popularidad. En los 80, la moda era un cuerpo delgado y tonificado. El 60% de las modelos de Playboy durante la década de 1980 pesaba 15% menos que el promedio saludable para su tamaño y contextura. Después llegaron modelos como Pamela Anderson, con cuerpos esbeltos, bikinis y mucho protagonismo en los senos, y otra vez en los años 90 las modelos delgadas volvieron a predominar. 

La pregunta es qué ocurre cuando una mujer no encaja en esos estándares de belleza y quiénes son los responsables de dictaminar esos estándares de belleza. 

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De dónde vienen las ideas

Cuando te comparas con alguien o dices “estoy gordo o flaco”, ¿con base en qué lo haces? Gran parte de los patrones que tenemos establecidos en nuestra mente provienen de la publicidad mundial, de las grandes marcas de moda, las pasarelas, etc. 

La creativa publicitaria Cinthia Novick, fundadora y directora creativa en POPA Ideas, expresa en una columna en el diario Clarín: “cuando las marcas muestran modelos de belleza inalcanzables y retocan las imágenes digitalmente; cuando nos proponen una carrera hacia el verano en vez de asumir que al verano llegamos todos; cuando exigen a los hombres ser fuertes y proveedores o cuando lo que nos sucede a todos (como tener poros, pelos, envejecer, tener canas y arrugas) resulta antiestético, antiéxito y, por lo tanto, antipublicitario. Está claro que tanto mensaje ‘pasivo-agresivo’ afecta nuestra autoestima y, de tanto comprar felicidad, nos sentimos cada vez más infelices”. 

Sin embargo, de a poco, las nuevas generaciones han dado un giro a la manera en que antes se canonizaba a la mujer. El acceso a internet y a la información ha hecho que cada vez sea más difícil que la publicidad lance un mensaje y que todos lo acepten y compren sin cuestionarlo. 

“Los propósitos están reemplazando a los estereotipos. Esto está ocurriendo con marcas que, como estrategia de venta, proponen objetivos alineados con sus consumidores: fortalecer la autoestima de las mujeres hablando de belleza real, hablar de diversidad, o terminar con los estereotipos de género en las jugueterías”, explica Novick. Por eso es que vemos marcas internacionales como Dove con mensajes de “belleza real” y lanzando envases distintos representando a diferentes tipos de cuerpo; a reconocidas revistas de moda rompiendo estereotipos en sus portadas, alentando la inclusión y diversidad femenina, y a marcas locales panameñas como Estampa dando mensajes de responsabilidad humana.

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Mujeres afectadas

Mientras, las nuevas generaciones están teniendo un despertar con respecto a estos cánones de belleza, existen muchas mujeres afectadas por su imagen corporal. 

Un estudio de mercado realizado por la marca Dove arrojó que solo el 4% de las mujeres tenía una visión positiva de su imagen. Además, el informe Dove Global Beauty and Confidence Report, que entrevistó a 10 mil 500 mujeres de 13 países, encontró que la confianza de las mujeres en sus cuerpos está en constante declive y que la baja estima se convierte en un reto unificador compartido por mujeres  de todo el mundo.

Cuando la imagen estética se convierte en inseguridad, ya no se trata de algo superficial. 

La psicóloga argentina Analía Gómez Malacalza explica que entre las consecuencias de este tema están la baja autoestima, la limitación de la vida social, ansiedad e ideas obsesivas y dificultades para poder llevar a cabo una vida sexual saludable.

“Lo que comienza con un simple desagrado de la imagen frente al espejo puede avanzar hacia un trastorno de ansiedad, obsesiones, trastornos alimenticios asociados y sintomatología depresiva”, explicó la experta. 

En cuanto a las limitaciones de la vida social, explicó que cómo nos sentimos con nosotros mismos puede afectar y determinar cómo nos relacionamos con los demás. 

 Como lo mencionó Carrie Fisher, tras el estreno de “Star Wars: Episodio VII - El despertar de la Fuerza”, cuando se instaló el debate sobre si la princesa Leia había “envejecido bien”, “la juventud y la belleza no son logros, son los subproductos temporales y felices del tiempo y/ o del ADN. No contengas tu respiración por ninguno de los dos”.    

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