Patty Lezcano

Mié, 08/26/2015 - 22:41
La conductora de la casa más divertida, Buenos Días, nos relató cómo superó el círculo vicioso de la violencia que vivió en su pasada relación.

Patty Lezcano no es cómo me la imaginé, en televisión es una mujer despampanante (ex “miss” Reef),  una chica que a simple vista intimidaría por su físico. Cuando llegó el momento de conocerla,  estábamos en plena producción de esta portada, tan metidos que no nos dimos cuenta del tiempo. Me había estado escribiendo por  Whatsapp  que estaba  retrasada por quebrantos de salud. Llegó  apagada porque había tenido la  presión baja todo el día, lo primero que me dijo fue: “Gina, yo me había comprometido contigo, así que por eso vine”. Inmediatamente la sentamos con la maquilladora para que la arreglara para la foto, ya que no se sentía con ánimos para la entrevista. Reprogramamos y reprogramamos por las siguientes semanas; ya casi al cierre de la edición, pensamos que nos iríamos sin su historia, pero aquí, su testimonio como víctima de violencia doméstica...    

 
Estuviste fuera de las cámaras por bastante tiempo, ¿cómo se dio tu entrada a Buenos Días y qué disfrutas más de este "morning show"?
Sí,  de hecho una de las razones por las que me salí fue precisamente porque mi expareja, papá de mis hijos, no quería que  trabajara en televisión. Lo que más disfruto de Buenos Días es que puedo ser yo misma. Tengo un grupo de trabajo ameno, donde ayudamos a la gente; al ser un programa tipo revista, tocamos  temas de salud, de medicina, foro, dentro de eso también se habla de la violencia doméstica. Eso es lo que más me gusta, que podemos llegar a la casa de muchas personas por medio de la televisión y nuestras vivencias. 
 
Cuéntanos, ¿qué fue lo más difícil de  Dancing with the Stars?
Me atrevo a decirte que lo más difícil fue el factor tiempo,  distribuir el tiempo entre mi trabajo, mis hijos, el baile y no afectar ninguna de las partes. Eso fue lo más difícil, yo ensayaba de noche. Me paraba a las 5:00 a.m., mis hijos se iban a la escuela, de ahí iba al trabajo y salía de él, y a seguir trabajando —cuando uno es presentador de televisión  tiene muchos trabajos por fuera, con patrocinadores, canjes, como  maestro de ceremonia—, luego llegaba a la casa a estudiar con mis niños, cenar y acostarme a dormir para luego ir a ensayar. Yo ensayaba pasadas las 8:30 p.m. hasta casi 11:30 p.m. o 1:00 a.m., para dormir un par de horas y estar en Buenos Días. Pero fue una experiencia muy bonita, conocí gente maravillosa, Abdel Sugasti es un bailarín excepcional, aparte de ser una excelente persona; así que los sacrificios valieron la pena.       
 
¿Sabías tu par de pasos o los aprendiste ahí?
O sea, como  panameña sabía mi bailecito, pero Dancing es otra cosa, es  técnica de baile,   distinto a lo que se le llama bailar.
 
Evidentemente, en los medios hablas poco de tu vida personal, ¿a qué se debe esto?
Luego de pasar por violencia doméstica y vivir en constante alerta, decidí ser más cautelosa, más privada, al final, la televisión es un trabajo como cualquier otro y uno en los trabajos no ventila situaciones personales. Específicamente de la violencia doméstica sí he hablado, no solo en televisión, sino en actividades,  foros como testimonio. Más que  haber sido víctima, digo que sí se puede romper el círculo, darle una voz de positivismo a aquellas mujeres que pasan por lo que yo pasé o peor. 
 
¿Notaste algún signo de agresión  antes?
 Él era un novio muy posesivo que  decía cuidarme y por eso era así. Buscaba controlar cada cosa o decisión bajo esa premisa.
 
 ¿Fue así también con los niños o solo contigo?
Cuando estuve embarazada, los primeros dos meses se calmó un poco, luego explotó. De hecho, lo que  me hizo tomar la decisión de que tenía  que  buscar la manera de salir de esa casa (de la cual yo no tenía ni llave) fue   precisamente que agarró el “play”  de mi hijo de mes y medio a patadas con el bebé adentro  y  el “play” se desplomó. A mi hijo no le pasó nada por obra y gracia del Espíritu Santo,  por eso siempre digo que mi Lucca es un angelito. A mi hijo mayor le tocó vivir muchos gritos y golpes, de hecho, mi niño mayor se atiende por el trauma experimentado.
 
¿Por qué  sostuviste esa relación y qué te motivó en ese momento a salir de eso?
 La mantuve por la esperanza que tiene, que a lo mejor algún día iba él a cambiar.  Y que  mis niños tuvieran una familia.
 
¿A dónde acudiste para salir de la situación?
Sola. Mis hijos fueron mi apoyo porque  yo lo oculté de mi familia. Luego  me tocó hablarles,  me ayudaron y lo siguen haciendo;  son mi pilar. Salir de la casa no fue fácil, pues un maltratador no te deja ir porque sí.  Me tocó planificar mi salida como en una película. Él no me dejaba salir a trabajar, así  que me tocó convencerlo de que  una entrada extra en la casa era necesaria. Me consiguió   trabajo y bueno, logré trabajar.  Como conseguir nana es muy difícil, además  se iban, mis papás me ayudaban a cuidar al  niño  en la casa de mis abuelos, así logré  sacar a Lucca de la casa, quien era al que más insultaba y ofendía por ser más trigueño que él. Decía que  la gente de color es impura y no era raza aria y que mi hijo era como yo, una basura. Un día salí a trabajar y decidí no regresar, recogí a mi hijo mayor en la guardería y me fui donde mis abuelos. No fue fácil llenarme de valor, sabía que no me iba dejar ir tan fácil.  
 
 Después de eso, ¿te buscó?
Por supuesto, vinieron las persecuciones. Se me aparecía en el trabajo, hasta me  llegó a chocar el carro por perseguirme. Una vez me sacó del auto mientras  montaba paquetes de supermercado. En mi oficina cambiaron mi número de teléfono,  tuvieron que bloquear su número, ya que llamaba  200 o 300 veces al día.  Creó un hostigamiento, me amenazaba y me decía que  me amaba, que iba a cambiar. No fue fácil,  más nunca he sido la misma, a pesar de que  hoy  día no le tengo miedo, aunque siempre ando en constante alerta.
 
 ¿Qué han hecho tú y los niños para superarlo?
Mis niños están bien cada día  gracias a Dios y al amor de mi familia, el apoyo incondicional de mis abuelos, de mis padres y  mi tío. Mis hijos lo que tienen es amor,  no te niego que me costó mucho internamente recuperar mi autoestima, mi fe,  mi  identidad, pues  llega un punto en que uno  cree que no sirve. Pero mis hijos han sido mi pilar,  mis ganas de seguir adelante y luchar. Gracias a Dios, hoy  día miro para atrás y entiendo que cada uno de los errores que me llevaron a caer en esa relación destructiva me hacen una mujer fuerte, lejos de ser perfecta, pero feliz y en paz,  que es lo más importante porque si   estoy bien,  mis hijos también. Edu  está en terapia,  ya que fue quien más vivió todo y aún tiene recuerdos muy fuertes que son muy duros de borrar. Mi Lucca estaba muy pequeñito, solo tres meses. Cuando pasó toda la separación  no fue fácil, pues  muchas veces él buscaba a los niños, yo también iba, prefería sacrificarme y estar cerca de él con tal de estar segura de que a mis niños no les pasara nada.
 
¿Qué le dirías a la gente que piensa que usas tu testimonio como publicidad?
 Que nadie sabe lo que se vive dentro de cuatro paredes, más que nada, una casa se vuelve tu cárcel. Al hablar públicamente, no busco victimizarme ni publicidad,  lo que  quiero es que las mujeres que pasan por esto abran los ojos y se den cuenta de que valen, que importan y que sí se puede romper el círculo vicioso de la violencia, pero hay que hablar, nunca callar.
 
¿Cómo notas la postura de las autoridades frente a este tema?
Las leyes sí están, hay algunos detalles que hay que corregir pero el problema es la aplicación de la norma. Porque de nada sirve que tenga una boleta de protección sino es eficaz el número de teléfono al que llamo, si el policía no reacciona en el momento en  que la persona se acerca; a mí me pasó muchas veces que llamaba y esperaba 1-2 horas, y a las tres horas aparecía la policía. Lo otro es la evaluación a la hora de llevar un caso de violencia doméstica, me parece que hay que meterle un poquito más la mano a medicatura forense, donde te hacen la evaluación psicológica, porque demora 15 minutos. Tú no puedes determinar en ese tiempo, en una serie de preguntas de sí y no, si estás afectada emocionalmente o psicológicamente. Debemos ser más humanos en ese sentido, aparte debe ser un apoyo íntegro porque de qué me sirve sacarle la boleta a la víctima de violencia de género (porque ojo también los hombres sufren de esto) si tú no le das el apoyo, las herramientas para que esa mujer se empodere y busque la manera de echar pa’ lante. En muchas de las ocasiones, especialmente de estrato social bajo, ¿qué ocurre? Las mujeres no tienen cómo sostener a sus hijos, cómo mantener a su familia y no les queda de otra que aguantarse a estos tipos maltratadores. Debemos  dar una ayuda íntegra, un trabajo psicológico a esos niños que han sido testigo de una violencia doméstica para que el día de mañana no sean patrones repetidos. Hay instituciones que me quito el sombrero, entre esas te menciono CEDEM e INAMU, que trabajan con las uñas para ayudar a estas mujeres pero lamentablemente no es suficiente, ellos no tienen suficiente presupuesto. 
 
¿Qué le dirías a esas mujeres que se encuentran en esta situación y no saben a dónde acudir?
Sí se puede salir, que sí se puede romper, que no callen. El peor error que cometemos es quedarnos calladas por miedo, por temor a lo que diga la gente, la familia. Sí se puede! Hablen, busquen ayuda, apóyense en su familia; si no tienes un familiar cercano, no importa, busca ayuda, hay instituciones que te pueden ayudar. Hay personas que pueden ayudarte, no sientas que no tienes escapatoria, todas merecemos ser respetadas, todas valemos. Simple y sencillamente hay que atreverse, no es fácil, es duro, cuesta levantarse sola, pero la paz emocional y mental de una mujer y sus hijos no tiene precio y lo vale todo. Uno tiene que acordarse que primero es madre antes que esposa, muchas veces nos quedamos porque pensamos que es amor, eso no es amor. El que te ama no te maltrata, no te golpea, no te lastima. No permitas que otra persona te defina y te diga cuánto vales, tú vales y mucho solamente toca descubrirlo, por tus méritos y por lo que tienes dentro de ti. 
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