¡Cua, Cua, Cua!

Lun, 08/21/2017 - 16:07

Iba muy tranquilo por la acera, con el calorón en la espalda y en la mente, del piso salía calor, de los lados venía calor, de arriba venía calor,  me estaba cocinando como lechón y entonces la vi… ¡Uff, era absolutamente increíble!

Aquella mujer se movía y se movía la acera, se movían los edificios y se movían los ojos de los hombres a su alrededor, que en una calle de los Estados Unidos, no es nada común y de repente sonó en mi mente la trompetica desafinada de los shows de comedia: cuaa, cuaa, cuaaaa…

De la nada salió un tipo verdaderamente asqueroso y la tomó por la cintura y hasta le dio un besito. ¡Qué desgracia más absoluta! Era gordito, estaba sudado y se vistió con los ojos cerrados, con la luz apagada, o ambas. ¿Qué me vino a la cabeza? Pues, primero la destrocé a ella preguntándome cómo era posible que semejante mami anduviese por la calle con aquel esperpento, si podía levantarse a cualquier tipo sobre la faz de la tierra y no me vengan con la pendejada esa de que “entre gustos y colores no han escrito los autores”  o “el amor es ciego”. ¡Ni de vaina!

Me pasaron al lado y luego pensé en mí mismo, mi esposa es bella, toda una mami y yo soy más feo que un carro visto desde abajo pero por lo menos me mantengo en forma e intento no verme como el tipo cochino que acababa de ver. Todo este episodio callejero me hizo pensar mientras iba montado en el metro, que nosotros los hombres siempre queremos estar con una mami pero: ¿Qué somos nosotros? ¿Unos papis? En el 99% de los casos… No. Es decir, pareciera entonces que ellas tienen que trabajar, ser mamás, mantener la casa en orden y además, lucir como Sofía Vergara, mientras a nosotros no nos importa un carajo cómo lucimos y si lo hacen, entonces decimos que son metrosexuales, o sacamos a relucir el argot homofóbico. 

Un conocido disfrutaba haciendo chistes de cómo él, siendo feo, tenía que aspirar a levantarse mujeres “feas” y para tener encuentros cercanos del tipo sabroso, cerraba los ojos y se imaginaba que estaba con la propia Sofía. ¿Habrá imaginado ese tipo qué estaba pensando su “fea” cuando cerraba sus ojos?

Quid Pro Quo papá.

 
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