Personas pudientes y educadas son las más afines al movimiento antivacunas

Jue, 06/07/2018 - 11:56
El movimiento antivacuna nació por un artículo de 1998 en el que señala que hay una relación entre el autismo y la vacunación.
Photo: Refinery29

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Por: Zoilo Carrillo

Las personas con un estatus económico alto y que tienen formación en estudios superiores son, paradójicamente, las que suelen tener mayor afinidad con el movimiento antivacunas, aseguró hoy a Efe el doctor Peter Hotez.

El decano de la Escuela Nacional de Medicina Tropical en Houston (Estados Unidos) expresó que las personas doctas afines a estos grupos, lejos de confiar en la ciencia o en la opinión del doctor, se fían más de noticias falsas en internet, que es el principal mecanismo de propagación de esta ideología, a la cual considera "un problema de salud pública".

"Creo que mucho viene por culpa de internet; la gente educada tiene más acceso a internet y más acceso a estas páginas web que propagan falsa información. Argumentan que no van a ir al doctor porque ya lo están viendo en internet", expuso.

Este movimiento nacen en 1998 a partir de la publicación de un artículo del médico Andrew Wakefield en la revista médica británica The Lancet, según el cual existía relación entre el autismo y la vacunación. El artículo tardó diez años en ser deslegitimado por la propia revista especializada.

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En ese lapso de diez años se creó un movimiento antivacunación que se extendió por Europa pero también a Estados Unidos, donde Wakefield, inhabilitado para ejercer la medicina en Reino Unido, se mudó a Texas, uno de los lugares con más creencia en esta ideología.

"En Estados Unidos y en Europa, los grupos antivacunas están muy bien organizados y muy bien financiados. No sabemos de dónde sacan sus fondos, pero lo están", sostuvo Hotez, uno de los principales investigadores en vacunas del mundo y promotor de la concienciación sobre las enfermedades tropicales desatendidas (ETD).

Advirtió que estos grupos pueden empezar a replicarse en América Latina, donde, de nuevo, "las clases más educadas van a ser las más vulnerables".

El reputado doctor es una de las personas más odiadas por los grupos antivacunas en Estados Unidos, donde ha sido blanco de burlas e insultos en diversos sitios web, algo que él parece tomarse con una mezcla de humor y rigidez.

"Considero la vacunación como un derecho humano fundamental, y eso no se puede quitar por una ideología", esgrime ante las críticas.

Hotez es padre de una persona autista, por lo que sus intenciones en desmentir que las vacunas provocan esa enfermedad trascienden lo profesional.

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Actualmente prepara su último trabajo, un libro que saldrá a la luz en octubre próximo, titulado "Vaccines Did Not Cause Rachel's Autism" (Las vacunas no causaron el autismo de Rachel), en el cual argumenta que el desarrollo del autismo está presente desde antes de que se le apliquen las primeras vacunas al infante.

Para Hotez estos movimientos anticiencia "se han ido haciendo fuertes con el tiempo, algo que en parte se debe a una pérdida de confianza de la gente común en la ciencia".

"Hay una falta de conocimiento en lo que los científicos hacen, y de esta falta de conocimiento se deriva la falta de confianza", aseguró el doctor, para quien esta pérdida de fe en lo científicamente establecido se extiende a problemáticas como el cambio climático o la modificación genética.

"Creo que es un problema como sociedad que ahora se traslada a poner en peligro la salud de los niños", agregó.

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Sobre la medicina tradicional o alternativa afirmó que es totalmente compatible con la vacunación, argumentando que se pueden utilizar remedios poco comunes y seguir vacunando a los niños, ya que son dos acciones distintas.

"Tú no usas vacunas todo el tiempo; no es algo que interfiera en otro tipo de medicina", argumentó.

Para combatir la oleada de no vacunación, que según el especialista ha hecho que el sarampión vuelva a emerger en Europa después de varias décadas y cada año registra números más altos, cree que la ciencia tiene que ser mejor comunicada.

"Primero tenemos que comunicar como científicos los datos que evidencian el peligro de este tipo de conductas. Pero la ciencia por sí misma no va a lograr esto, tiene que integrar a los medios y redes sociales para comunicarlo mejor", concluyó. 

 

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