Cómo ganarle la batalla al acoso sexual. Denunciar es la clave

Jue, 04/02/2020 - 13:18
Aunque se trate de un tema difícil de abordar, necesita ser mostrado para crear conciencia en la sociedad. Conoce un caso panameño.
Poco a poco el acoso sexual ha dejado de ser un tema tabú y ha comenzado a ser visibilizado en voces de mujeres que cada día se atreven a denunciar cuando son víctimas de este delito. 
 
En 2017 surgió en Estados Unidos el movimiento #MeToo (#YoTambién), que arrancó en las redes sociales para denunciar públicamente la agresión y el acoso sexual en Hollywood y se extendió rápidamente a las masas.
 
El movimiento, que surgió tras las acusaciones al exmagnate Harvey Weinstein, alcanzó un hito histórico el pasado 11 de marzo, que ha marcado un antes y un después en la lucha por los derechos de las mujeres en Estados Unidos. Weinstein fue condenado a 23 años de prisión tras ser declarado culpable de violar a una mujer en un cuarto de hotel en Nueva York en 2013 y de darle sexo oral por la fuerza a otra en el apartamento de él en 2006.
 
 
Más de 90 mujeres hicieron acusaciones contra Weinstein, incluidas las actrices Gwyneth Paltrow, Salma Hayek y Uma Thurman. El Movimiento, con el que se ha logrado un cambio de cultura en la sociedad, ha ido cobrando fuerza en otros países como Francia.
 
 
El acoso sexual también se ha tomado las pantallas. Uno de los casos que impulsó el #MeToo fue el de las 20 denuncias de acoso sexual que hicieron periodistas y presentadoras contra Roger Alies, cofundador de Fox News, quien gracias a esto fue retirado de su cargo en 2016. El pasado mes de enero llegó a los cines "El Escándalo" (Bombshell), la cinta basada en esta historia real que revolucionó, no solo los medios estadounidenses, sino al mundo entero.
 
La cinta, dirigida por Jay Roach y con las actuaciones de Nicole Kidman, Charlize Theron y Margot Robbie, fue nominada al Óscar a mejor actriz (Theron), mejor actriz secundaria (Robbie) y mejor maquillaje en los Oscars 2020. 
 
 
Pero el delito no es algo que solo ocurre en Hollywood y los países desarrollados, en Panamá hay miles de historias, muchas de las cuales no salen a la luz pública por el miedo de las féminas a ser señaladas y revictimizadas. Y aunque se trate de un tema muy difícil de abarcar, necesita ser visibilizado para crear conciencia en la sociedad. En el Istmo la continuación del #MeToo es #MePasó.
 

Un caso panameño: alzar la voz por todas

La panameña Indira Doyen a  lo largo de su carrera profesional como directora de Comunicación Corporativa y Relaciones Públicas se ha encontrado en situaciones donde, por ser mujer, ha recibido comentarios o tratos inadecuados que le ha tocado manejar. “La más difícil y la que me dejó un aprendizaje para toda la vida es la que comparto con ustedes hoy.  Mi jefe directo de ese momento me solicitó a través de mensajes de texto en WhatsApp que le enviara fotografías inapropiadas, todo esto en la mitad de una conversación de trabajo.  Sentí que me tiraban un balde de agua fría y, como otras veces, traté de ignorar el comentario, ser política y seguir con la conversación laboral, pero el acosador siguió y siguió insistiendo… Le dije que NO más de seis veces, hasta que al fin me contestó que no me iba a “molestar más con eso”. 
 
Cuando Doyen pensó que el incidente había quedado allí y que el que era su jefe había entendido que NO es NO, su viacrucis apenas comenzaba. “Al día siguiente el trato cambió 180º, recibiendo quejas de mi trabajo, indiferencia, gritos en reuniones, cuestionamientos a mi profesionalismo y mis valores, comentarios sexistas, entre otros temas más.  Todo esto a través de llamadas, conversaciones y envío de mensajes a todas las horas para quejarse de algo, incluyendo noches y fines de semana.  Fue una pesadilla”, recuerda. 
 
La ejecutiva vivió ocho meses callando los maltratos y situaciones irregulares en el trabajo, por temor a represalias, a que la cuestionaran y juzgaran. “Al comentarle esta situación a mis amigas más cercanas, es increíble que uno de los temas que más nos preocupaba a todas era denunciarlo y que yo fuera vista como la problemática o que esto fuera a marcar mi carrera profesional. ¿Qué tan mal están nuestros valores para que la víctima tenga miedo de ser culpada por hacer lo correcto? 
 
 Entonces, decidió afrontar la situación que se fue agravando cada vez más, afectando su salud física y mental. “Era como llevar el mundo sobre tus hombros”, recalca.  
 
“Una noche, al ver que el acosador estaba dispuesto a dañar mi imagen profesional dentro de la organización y que esto podría terminar en mi despido (el cual sospecho era su plan), me armé de valor y se lo confesé a mi esposo, a quien no le había dicho nada por temor a ser juzgada o culpada.  Mi esposo lo único que ha hecho desde el día 1 es apoyarme al 100%, sin juzgarme y dejándome bien claro que el que tenía el problema era esta persona, mi ex jefe, el acosador, y no yo”, detalla.  
 
Luego de la denuncia, la empresa donde laboraba Indira abrió un proceso de investigación y despidieron al acosador por ese motivo. “Me hicieron saber que había hecho lo correcto y que había cero tolerancias con respecto a estas situaciones.  Esto fue un gran logro, ya que sentó el precedente de que es un tema clave para la organización”.
 
 
 

Cuando la culpa ataca

Denunciar y hablar del tema no es una decisión fácil de tomar. Inclusive, Indira comenta haber sentido temor de compartir su experiencia en esta entrevista por el hecho de que afecte su imagen o le cierre puertas, pero cree que es un problema serio y la única manera que pare es hablando y denunciando.
 
La psicóloga especialista en temas de feminismo, Mariana Plata, expresa que a muchas personas les cuesta decir ‘basta' aun cuando saben que están en una situación que les afecta por temor, ansiedad, culpa y vergüenza. “Las víctimas de acoso y/o abuso sexual creen que ellas/os son responsables de lo que ha ocurrido y tienden a quedarse calladas/os". 
 
La también escritora y conferencista explica que la mujer tiende a sentirse culpable cuando es víctima de acoso porque se ha normalizado la violencia contra la mujer. “La sociedad nos ha hecho creer que la vestimenta, actitud y comportamiento de una mujer la pone en riesgo y responsabiliza del acoso; sin darnos cuenta que existe una cultura de acoso y/o abuso sexual que se debe desafiar”. 
 
 
 No obstante, añade que el acoso sexual no es un tema exclusivo de mujeres. Aunque estadísticamente las féminas están en mayor riesgo que los hombres, existen casos donde ellos también son víctimas  de acoso y/o abuso sexual, especialmente quienes están en situaciones desfavorables y son parte de la comunidad LGBTIQ+.
 

Romper con el machismo

El psicólogo Juan Lu coincide con Plata y distingue que la cultura del acoso sexual aún es vigente y está más normalizada que nunca en nuestro diario vivir. Se refiere a la necesidad de una nueva masculinidad. "El hombre debe atravesar un proceso de deconstrucción porque ha sido criado y educado para gobernar, para decir que tiene el control, la supremacía y que todo debe girar en torno a él. Debemos hablar de un nuevo proceso de formación del ser hombre, uno que es más empático a la necesidades o vivencias de las mujeres, a la responsabilidades dentro del hogar".
 
El psicólogo insiste que formar en nuevas masculinidades garantiza una sociedad más justa y equitativa, porque el hombre se cuestionará sobre los privilegios con los que ha crecido y entenderá que la mujer debe tener, por derecho, las mismas condiciones que él.
 
“El acoso no es culpa de nosotras.  Siempre tengamos claro que las personas que cometen este delito son los que tienen el problema, los que deben ser sancionados o condenados”, recalca Doyen.
 

Cómo actuar y sanar

Ante la situación de acoso sexual, para cada mujer funciona algo distinto cuando se trata de superar y sanar. “El tratamiento psicológico es muy importante para esta población, así como contar sus historias en espacios seguros. La vergüenza muere cuando se hace, y grupos de mujeres (sororidad) pueden ser un espacio seguro para validar su historia. De sentirse lista, presentar una denuncia formal ayudaría a fortalecer las políticas públicas que nos protegen”, menciona Plata. 
 
La familia también juega un papel clave. “Es ahí cuando la palabra amor cobra un gran significado.  Debemos recordar que la persona acosada es una víctima, que hay que apoyarla al 100% para salir de esta situación. El papel de la familia debe ser de apoyo, guía y acompañamiento durante todo el proceso”, subraya Doyen.
 
En la empresa también es necesario tener protocolos claros para manejar estos casos, así como canales adecuados para hacer las denuncias y asegurarse de proteger a las víctimas, según Doyen.
 
“Sumado a esto, creo que hace falta un seguimiento de lo que pasa después con la persona que denuncia, que se queda trabajando en la organización, cuando sale el acosador.  Finalmente, hay que llevar a cabo entrenamientos, campañas y comunicaciones, con el fin de sensibilizar a los colaboradores sobre este tema y darle directrices claras de cómo actuar al encontrarse en esta situación”, agrega. 
 
 
Pero lo más importante es denunciar. “En nuestras manos está el poder acabar con el acoso, debemos hablar, debemos denunciarlo.  Creo que a medida que más mujeres se atrevan y se tomen las medidas pertinentes, podremos ir acabando con esta situación.  Ya vemos casos de personajes poderosos como Harvey Weinstein, quien fue condenado gracias a que las mujeres dijeron ‘basta ya’ y lo denunciaron”, indica Indira, quien asegura sentirse sanada de la experiencia que le marcó un antes y un después en su vida, después de un largo tratamiento con psicólogos y el soporte de su familia y amigos cercanos. 
 

Indira estuvo en el programa Mujer compartiendo su experiencia con la audiencia para poder visibilizar más la situación de acoso que atravesó e inspirar a más mujeres a hablar. ¡Mira!

 

 

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