Navidad: ¿por qué se celebra entre el 24 y el 25 de diciembre?

La celebración de la Navidad los días 24 y 25 de diciembre tiene su origen en la tradición cristiana, que conmemora el nacimiento de Jesucristo en Belén. Aunque la Biblia no establece una fecha exacta para este acontecimiento, la Iglesia fijó el 25 de diciembre a partir del siglo IV, coincidiendo con antiguas festividades paganas relacionadas con el solsticio de invierno. De esta manera, se buscó dar un nuevo significado religioso a celebraciones ya existentes, asociándolas con la llegada de la “luz del mundo”.

La noche del 24 de diciembre, conocida como Nochebuena, representa el momento de espera y preparación espiritual, mientras que el día 25 simboliza el nacimiento y la esperanza. Con el paso del tiempo, estas fechas se enriquecieron con tradiciones culturales como el intercambio de regalos, los adornos, el árbol navideño y las reuniones familiares, elementos que hoy forman parte del imaginario colectivo de la Navidad.

Sin embargo, la Navidad no se celebra de la misma manera en todo el mundo. En países de mayoría no cristiana, como Japón, China o algunas naciones de Medio Oriente, estas fechas no tienen un significado religioso y, en algunos casos, pasan desapercibidas o se viven solo desde un enfoque comercial o cultural. Incluso dentro del cristianismo, algunas iglesias ortodoxas celebran la Navidad en enero, siguiendo el calendario juliano.

Más allá de las fechas, los regalos y las tradiciones, el verdadero mensaje de la Navidad radica en valores universales como el amor, la solidaridad, el perdón y la esperanza. Es un tiempo que invita a la reflexión, al reencuentro con la familia y al apoyo hacia quienes más lo necesitan. En medio del ritmo acelerado de la vida moderna, la Navidad recuerda la importancia de la empatía y de compartir, no solo bienes materiales, sino tiempo, comprensión y humanidad.

En esencia, la Navidad no se define por lo que se compra, sino por lo que se da desde el corazón