Nuevas masculinidades, el rol de ellos para acabar la violencia de género

Vie, 11/27/2020 - 08:00
Este concepto propone replantear la idea de masculinidad y desaprender los roles de género adquiridos durante toda la vida y perpetuados a lo largo de siglos. Mira de qué se trata y cómo los hombres se pueden sumar a la lucha por la igualdad de género.

El pasado miércoles se conmemoró el día de la lucha por la erradicación de la violencia contra la mujer. Todos los 25 de noviembre desde 1993, en el mundo utiliza este día para recordarnos todo el trabajo que hace falta por alcanzar un mundo más igualitario y equitativo.

 

Haciendo un poco de historia, este día también se utiliza para recordar a las Hermanas Mirabal “Las Mariposas”, tres hermanas dominicanas que se plantaron y lucharon por sus vidas, las mujeres y su país, hasta que se les fue arrebatada el 25 de noviembre de 1960. “Si me matan, sacaré los brazos de la tumba y seré más fuerte”, dijo Minerva advertida de que el régimen iba a asesinarla.

 

La violencia contra mujeres y niñas según ONU Mujeres: es una de las violaciones de los derechos humanos más extendidas, persistentes y devastadoras del mundo actual sobre las que apenas se informa debido a la impunidad de la cual disfrutan los perpetradores, y el silencio, la estigmatización y la vergüenza que sufren las víctimas.

 

En forma general, la violencia se manifiesta de forma física, sexual y psicológica e incluye:

  • Violencia por un compañero sentimental (violencia física, maltrato psicológico, violación conyugal, femicidio);
  • Violencia sexual y acoso (violación, actos sexuales forzados, insinuaciones sexuales no deseadas, abuso sexual infantil, matrimonio forzado, acecho, acoso callejero, acoso cibernético);
  • Trata de seres humanos (esclavitud, explotación sexual);
  • Mutilación genital
  • Matrimonio infantil

     

Esta lucha lleva el color naranja como parte de su visibilidad y siempre se escoge un tema, el tema de este año para el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer es “Pinta el mundo de naranja: ¡financiar, responder, prevenir, recopilar!”. Como en años anteriores, el Día marca el comienzo de los 16 días de activismo que concluyen el 10 de diciembre, con el Día Internacional de los Derechos Humanos.

 

Desde mi punto de vista la violencia a la mujer está altamente ligada con nosotros los hombres y con la forma de ser hombres que se nos ha inculcado, ensañado y pasado de generación en generación por parte de padres, abuelos, tíos, hermanos, amigos, mamás, abuelas, escuelas, medios de comunicación y la sociedad en general. Por la década de los 70 los grupos feministas empezaron a  vincular esta masculinidad hegemónica como un común denominador en la gran cantidad de barreras y problemas que perseguían y persiguen a las mujeres. Es aquí donde nace el término o corriente llamada nuevas masculinidades o masculinidades positivas.

 

Según la Unicef, la masculinidad no es un objeto dado, como un traje ya confeccionado que los sujetos machos de la especie humana vestirán, sino que se construye, se aprende y se practica en el torrente del devenir cultural, histórico y social.

 

La masculinidad positiva la podríamos definir como el método que propone derribar esa idea de masculinidad que tenemos y desaprender estos supuestos de roles de género que hemos ido desarrollando como sociedad desde siempre. Históricamente el ser hombre, es algo intrínsecamente ligado a la social. Este sistema o código de hombría le ha negado y suprimido al hombre la facultad de sentir, de conectarse con sus emociones y la de los demás, galopando avasallante sobre los más débiles, las mujeres y por supuesto otros hombres.

 

La sociedad en la que vivimos hoy en día podríamos decir que nos presenta una cantidad variada de formas de ser hombres, ya sea por cultura, geolocalización, religión, orientación sexual... Hoy podemos ver cómo el hombre se ha ido adaptando a los cambios de su entorno y la tecnología, algunos más abiertos al cuestionamiento, otros más prestos a ser aliados en la lucha por la igualdad y la equidad, y también están quienes se resisten a perder los privilegios que gozan al perpetuar la masculinidad hegemónica.

 

Podemos ver algunos ejemplos de distintos tipos de masculinidades:

 

Masculinidad hegemónica de la que tanto se habla. Sus integrantes se caracterizan por ser personas importantes, independientes, autónomas, activas, productivas, heterosexuales, y a nivel familiar, proveedoras y con un amplio control sobre sus emociones. De es tipo de masculinidad podríamos derivar otros como masculinidad subordinada, el machismo, los micro machismos, que a su vez son comportamientos o actitudes inculcadas de una generación a la otra, por ejemplo siempre se escuchan cosas como:  “Los chicos no lloran”, "Fútbol y ropa azul: cosas de chicos", “Cómo no va a querer sexo, ¡si es un tío!”

 

Por otra parte tenemos la masculinidad alterna o positiva, algunos hombres, al analizar las masculinidades anteriormente señaladas, han llegado a la conclusión de que no desean ejercer ninguna de ellas; que, por el contario, están dispuestos a analizar y elegir otras conductas, características y actitudes nuevas. De ahí que actualmente haya hombres que toman lo bueno de una y otra forma, obteniendo la posibilidad de elegir cómo relacionarse con otros; reconociendo que la relación no debe ser necesariamente violenta ni implicar atracción sexual; respetar el derecho a definir la preferencia sexual; asumir que los hombres tienen derecho a experimentar los mismos sentimientos que las mujeres y de igual forma evaluar positivamente la amistad entre hombres.

 

Si te interesa saber más de este tema, te recomiendo que indagues en la web, donde podrás encontrar mucho material, para leer, ver y escuchar. También puedes unirte a las charlas de los chicos de  “Masculinidad Por Equidad”  aquí en Panamá, donde tocan estos temas y te pueden ayudar en ese viaje.

 

Espero regresar pronto con algún otro tema interesante para ti y que poco a poco podamos ir creciendo y deconstruyendonos juntos.

 

Este artículo fue escrito por Juan Rangel, codirector del proyecto Mulier sobre igualdad y equidad de género y miembro de la fundación Punto Inicial Plataforma Cultural, cuya misión es impulsar proyectos socioculturales en Panamá.

 

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