Secretos de belleza que no pasan de moda

Vie, 04/01/2016 - 19:51

 

Revista Mujer

 

Cuentan las abuelas que antes, aunque la tecnología era nula, ellas sabían cómo ponerse bellas. Y es que sus abuelas les enseñaron que el secreto para que cada centímetro de sus cuerpos luciera impecable estaba escondido en la alacena o en algún lugar del patio trasero. Así, tenían un remedio para cada problema o emergencia de belleza a la que se enfrentaran o simplemente para mejorar su aspecto. Y se los aconsejaban a sus nietas cuando estuvieran pasando por una situación familiar.

Probablemente estos trucos caseros te fueron enseñados en algún momento y hoy en día duermen en tu memoria, aplacados por los productos de última generación que han proliferado de manera explosiva, pero nunca está de más que los despiertes y, por qué no, de vez en cuando los traigas a tu realidad para embellecerte haciendo las cosas tal y como las hacía tu abuela.

Sin bolsas. Cuando el insomnio hacía fiesta, nada era mejor que colocar rodajas de pepino frío sobre los ojos por un espacio de 20 minutos; esto mejoraría el aspecto y reduciría la hinchazón.

 

El todopoderoso limón. Para esas manchas persistentes en la piel, especialmente en las áreas de las axilas, rodillas y codos, la solución era frotarlas todos los días con un limón. Eso sí, tenían terminantemente prohibido tomar el sol después de esto.

 

¿Uñas débiles? Nada que un gajo de ajo y una gota de formol en tu esmalte no pudieran arreglar.

 

Cabellera perezosa. Aquellas que tenían el cabello “pasmado”, posiblemente porque quien se los cortó tenía una “mala mano”, corrían al patio trasero de su casa para buscar algunas hojas carnosas de la sábila que pudieran cortar y untarse de forma vigorosa por su cuero cabelludo.

 

Largo, pero sin vida. Y mientras unas luchaban por hacer crecer su cabello, otras sufrían de resequedad capilar. Para combatirla, aprendieron que el aguacate era su mejor arma de batalla.

 

Desmaquillador orgánico. Ellas eran incapaces de ir a la cama con maquillaje, por ello se lavaban la cara con leche, que además de limpiarla, la deja increíblemente suave.

 

Sin estrías. Cuando veían que la piel se les estiraba, bien por el embarazo o las fluctuaciones de peso, inmediatamente rallaban una zanahoria y hacían una pasta que se colocaban sin falta diariamente. Sencillos, efectivos y guardianes del bolsillo.

Así eran los trucos de belleza de las abuelas, que bien pueden adaptarse a la vida moderna. 

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