Culmina fiesta del Año Nuevo lunar

Lun, 02/22/2016 - 09:42
El Festival de las Linternas puso fin a esta celebración este fin de semana.

China celebró durante este fin de semana el Festival de las Linternas, un evento tradicional que pone fin a dos semanas de festejos por el Año Nuevo lunar, aunque poco a poco está evolucionando hacia actividades más modernas al compás del desarrollo económico y social del país.

Si bien el día específico del festejo es hoy, decenas de millones de personas participó en multitud de actos por todo el país durante el fin de semana aprovechando los días libres.

El Festival de las Linternas comenzó a celebrarse hace más de dos mil años en China, y si bien hay muchas leyendas que explican su origen, muchas de ellas tienen en común el fuego y el uso de linternas de color rojo, signo de buena fortuna.

Como el calendario tradicional chino es lunar, este festival llega con la luna llena dos semanas después del Año Nuevo, que se celebra con luna nueva. La tradición establece que los niños llevan a los templos linternas, tradicionalmente de color rojo, que en China simboliza la buena suerte, y muchas de ellas llevan escritas adivinanzas.

Los tradicionales farolillos chinos de papel con iluminación interior (aunque cada vez más ya de plástico o tela plastificada) decoran también parques, calles, edificios y viviendas, mientras que en las familias se celebran los últimos banquetes en los que también es costumbre tomar un postre de "tangyuan", bolas de arroz glutinoso rellenas de pasta de soja o de cacahuete.

Por todo el país tienen lugar actividades con niños para la elaboración y decoración de linternas de papel, y por las noches se queman los últimos fuegos artificiales que han quedado de las últimas dos semanas de festejos.

Así, China vuelve a vivir una explosión de color, ruido y humo de pólvora que recuerda, aunque sin llegar tan lejos, a la reciente noche del Año Nuevo. Este fin de semana está siendo el momento álgido del llamado Festival de las Linternas de Hielo de Longqingxia, en el noroeste de la región de Pekín pero ya a unos 80 kilómetros de la capital.

Decenas de miles de personas acuden a diario estos días a esta zona montañosa, que acogerá las pruebas de esquí alpino, bobsleigh, luge y skeleton de los Juegos Olímpicos de Invierno Pekín 2022, y donde hay una versión a pequeña escala del famoso festival de esculturas de hielo de la ciudad de Harbin (noreste).

Muchas de las esculturas tienen como tema los deportes de invierno, y están situadas en la estrecha garganta del río Gucheng, justo al pie de una gran presa, lo que completa un escenario apabullante.

Sin embargo, la puesta en escena es muy abigarrada y con ese toque "kitsch" que tanto gusta en los países del este de Asia, con animalitos, flores y figuras infantiloides de tela plastificada e iluminados por dentro, multitud de luces de colores en todas partes, incluso en las montañas, en cuyas laderas hay proyecciones de láser con temática olímpica.

Entre las miles de familias que visitan la zona, Jiang Jinong ha llegado desde Pekín junto con su madre, su esposa y dos niñas pequeñas, y explica a Efe que, si bien esto dista mucho de ser un auténtico festival de las linternas, "hay que ir con los tiempos, y esto es muy diferente".

"Claramente, no es algo tradicional, pero aún así nos ha gustado, especialmente a las niñas les han encantado las esculturas de hielo", añade Jiang, quien apunta que es "realmente interesante", especialmente por la temática olímpica, a pesar de que "había demasiada gente".

Más tradicionales son los festejos en Zhangjiakou, también al noroeste de Pekín pero ya en la provincia de Hebei, donde además de danzas y canciones tradicionales, con figurantes ataviados con trajes y maquillajes antiguos, así como largos zancos, hay algo más especial.

Y es que estas noches, en lugar de fuegos artificiales, tiene lugar el curioso espectáculo de lanzar hierro fundido contra las antiguas murallas de la ciudad, lo que genera una auténtica y espectacular lluvia de gotas incandescentes.

La ciudad, tradicional plaza fuerte que defendía Pekín frente a la amenaza de las invasiones mongolas y escenario de una famosa batalla entre el ejército de Gengis Khan y las fuerzas imperiales chinas hace ya ochocientos años, parece mostrar así que su muralla siempre fue de hierro.

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