'¿Por qué compraste ese dulce?' y la eterna insatisfacción femenina

Mar, 05/26/2020 - 12:47
Un personaje masculino nos dice, desde la perspectiva de ellos, cómo nos ven a nosotras. En su estreno, 'El Incógnito' habla de cómo la compra de un dulce de cumpleaños se convierte en una excusa para ser criticados.
En la vida diaria, no hay forma de complacer a una mujer. Absolutamente no. Uno puede pensar que lo ha logrado, que la está botando, que es todo un 'pro'; sin embargo, es una mera ilusión. Siempre habrá algún detalle, alguna excusa (alguna oportunidad) para recibir alguna crítica por parte de una mujer. 
 
Aún lo recuerdo: El cumpleaños de una compañera de trabajo. Por alguna razón (por el antojo de otra compañera, realmente), el dulce tenía que ser de cierta pastelería en particular. No importaba que fuera más caro, tenía que ser de ese lugar porque, se supone, es más rico. El único que tenía cerca uno de esos establecimientos era su incógnito servidor. 
 
Eran las 7:30 de la mañana. Estoy frente a la vitrina. Hay muchos dulces, pero ninguno del tamaño indicado. ¿Qué hacer? ¿Empiezo a preguntar en el grupo de WhatsApp creado para la ocasión, me voy a otro lado, o tomo la iniciativa y compro un dulce del tamaño que está disponible? Me decido por la tercera opción, "si ya estoy en el lugar", pensé. Si ese era el dulce que querían, pues, compro uno más grande y ya, se acabó el problema. ¡Voilà!
 
Sería mi sorpresa cuando, horas después, una compañera abre la caja del dulce, lo ve y, en vez de decir, “muchas gracias se ve delicioso el dulce”, lo que recibo es un reclamo: “¡¿Por qué compraste un dulce tan grande?!”. ¡Plop! Y yo que creí que la había botado del estadio. "Está bien", procedo a explicar, "no pasa nada". Termina la explicación y en vez de un “tienes razón, fue una buena decisión”, recibo un “¡ay, no, mejor que no me llamaste a esa hora para preguntarme qué dulce comprar, no te hubiera contestado!… pero es que está demasiado grande”. 
 
Respira, Incógnito, respira. 
 
Semanas después, otro cumpleaños. Nuevamente, viene la elección del pastel. Me abstengo de participar: pongo para la ‘vaca’, pero no voy a comprar nada. Surge el comentario: “Pero no vayan a comprar un dulce tan grande como el que compró Incógnito la vez pasada”. Palo porque boga, palo porque no boga.
 
Y en cada celebración, en cada oportunidad, sale a relucir el mentado dulce. Y siempre es el mismo reclamo, que por qué compré el dulce de ese tamaño… 
 
Respira, Incógnito, respira. 
 
Yo sé que no he sido un santo, y tampoco lo puedo arreglar; pero era solo un dulce, ¿no? El problema es que hoy es un dulce, pero no se dan cuenta que en otras ocasiones es cualquier otra cosa, igual de insignificante. Y así se va martillando y martillando, y se va minando la paciencia y la tolerancia. Y uno se agota… 
 
Nosotros hacemos el esfuerzo, en serio… Al final, es mejor el dulce grande que ninguno, ¿no? 
  • Compartir: