Ya nadie quiere comer en la mesa... es una realidad de este siglo XXI. Que si la novela, que si la tarea, la película o cualquier actividad que estemos haciendo en el momento... ¡son la excusa perfecta para decir "hoy como en mi cuarto", "voy a comer en el sillon", o frases similares!
En la religión judía, sentarse a la mesa es todo un evento. Ese momento tiene una connotación de intimidad y de compartir muy fuerte, en los tiempos del Antiguo Testamento, sentarse a la mesa significaba estar en un lugar de honor con una persona sumamente importante, como un dignatario o un rey.
Pero la verdad es que nadie se escapa de ir perdiendo poco a poco esta costumbre. Ahora se nos olvida la importancia de los pequeños detalles que se pueden tener en familia, como el simple hecho de comer juntos en la mesa. Y no solo nos referimos a la parte emocional y todo lo positivo que conlleva el compartir los alimentos, sino a las ventajas a nivel nutricional que eso trae.
Inclusive, se dice que los niños que vienen de familias en las que se comparten las comidas tienen más probabilidades de estar emocionalmente estables y tener excelentes relaciones con personas de su entorno, lo que da como resultado paralelo niños que se esfuerzan más en el colegio y que tienen una mejor comunicación con sus padres. Las ventajas se notan sobre todo en la adolescencia, en la que se ven menos casos de jóvenes que consumen drogas o tienden a deprimirse.
Comer en casa todos juntos eleva hasta un 45% más las probabilidades de que los más pequeños ingieran más porciones de frutas y vegetales al día. Además, previene los trastornos alimentarios y problemas de conducta. ¡Concéntrense en los comentarios positivos aportados en este tiempo y, por supuesto, disfruten de hora de la comida!
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