Este ingrediente tiene que ir en la lonchera escolar

Lun, 02/15/2016 - 14:59

Cada vez falta menos que comience otro año lectivo. En este contexto, FEPALE informa: la leche y los derivados lácteos deben hacer parte de una merienda saludable.

Según el Lic. en Nutrición Rafael Cornes, Coordinador de la Campaña "Sí a la Leche!" para América Latina, el consumo de leche en las primeras etapas de la vida es fundamental para lograr un adecuado crecimiento y desarrollo de la masa ósea del niño y prevenir así patologías que se presentan en la vida adulta como la osteoporosis y algunas enfermedades crónicas no transmisibles.  

El Dr. Santiago Muzzo, del Instituto de Nutrición y Tecnología de los Alimentos de la Universidad de Chile, nos brinda una reseña de la importancia del consumo de lácteos ya desde el embarazo. El Dr. Muzzo nos informa que la mineralización ósea (MO) se produce debido a un proceso continuo de formación y resorción ósea, necesario para mantener una adecuada homeostasis de calcio y de fósforo y una adecuada matriz y mineralización ósea. La acreción de calcio al hueso va cambiando a lo largo de la vida, así, durante la etapa de crecimiento es muy intensa especialmente en el último trimestre del embarazo, los primeros 2 años de vida postnatal y la pubertad”.

En la concepción queda determinada en los genes la masa ósea máxima que tendrá una persona, la que puede variar de acuerdo a la influencia de factores ambientales. La masa ósea máxima (MOM) se adquiere habitualmente entre los 25 y 30 años de edad, para iniciar desde la cuarta década una disminución paulatina e irreversible, propia del envejecimiento.

El calcio y el fósforo  son fundamentales para la mineralización de los huesos. El calcio además participa en reacciones enzimáticas, secreciones hormonales, neurotransmisoras, contractibilidad muscular, coagulación sanguínea y es el principal catión de la estructura cristalina del hueso.

El niño y el adolescente tienen un balance de calcio positivo, debido a que la formación supera a la resorción, mientras que el adulto joven presenta un balance de calcio cero, para después de la cuarta década de la vida hacerse negativo debido a una mayor resorción ósea.

Se ha demostrado la gran acreción de calcio al hueso que se produce durante la vida del ser humano, constituyendo los períodos de rápida acreción de calcio al hueso etapas muy susceptibles de sufrir una alteración.

En la adolescencia la absorción neta de calcio aumenta al 30%, sin embargo si reciben ingestas muy bajas de calcio (< de 500 mg/día) logran un balance menos positivo que los niños menores. Una baja ingesta de calcio lleva a una menor MO y densidad mineral ósea (DMO), que favorece una osteoporosis a edades más tempranas.

Un adecuado peso de nacimiento, una nutrición adecuada de proteínas, calorías y de calcio, una actividad física suficiente, junto a un buen estado de salud, constituyen las condiciones ideales para expresar al máximo el potencial de mineralización ósea, obtener una masa ósea máxima lo más alta posible a la edad de adulto joven  y así retrasar la edad de aparición de la osteoporosis, disminuyendo la morbimortalidad por fracturas del adulto mayor.

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