Los niños sin recreo: No al trabajo infantil

Jue, 06/25/2015 - 09:00
La deserción escolar es la mayor preocupación de las autoridades. Las campañas se mantienen durante todo este mes.

“Mangos, mangos, lleve sus mangos…”, grita Daniel, vendedor en las calles de la provincia de Colón (hoy día ya es un adulto), y se pasa las manos por la frente tratando de secar el sudor que le corre por el rostro, producto de los fuertes rayos del astro rey. Al salir de entre los carros —arriesga su vida, pero es la manera de vender—, Dani, como le dicen de cariño, ve a una niña muy angustiada. Hace un alto, se olvida de la venta y se acerca a preguntarle qué le pasa. Ella responde: “No sé cómo llegar a mi casa, no vinieron a buscarme”. —“Pero, ¿y tu mamá?”. Ella baja la cabeza y se queda callada... “Si quieres, yo te puedo llevar”, le dice Daniel a Jennifer. A pesar de que se trata de un extraño, la pequeña confía en él y le dice donde vive. Así, el pequeño hombrecito —le ha tocado madurar antes de lo debido— guarda las bolsitas con mangos en un cooler y emprende camino con Jennifer para llevarla a su casa.

 

Durante el camino, la niña no duda en cuestionar a Daniel. “Todos los días te veo vendiendo, ¿en qué momento vas a la escuela?”, pregunta Jennifer. “No voy”, responde el jovencito. “Tengo que ayudar a mi mamá y a mis hermanos, no tengo opción; si no lo hago, ellos no comen”. Con un gesto de sorpresa, Jennifer exclama: “Pero eres un niño, y ¿tu mamá y tu papá no trabajan?”. “Bueno, mi mamá tiene un problema en el pie y no puede pararse de la cama y mi papá trabaja en el interior, pero tiene otra familia”, dijo, con voz quebrantada, Dani.

 

“Hay muchos otros niños como yo, también trabajan niñas como tú, pero más chiquitas. La verdad deseo ir a la escuela, pero no tengo la oportunidad…”, expresó el chico, quien a su corta edad ha conocido los estragos de la pobreza, del hambre, del trabajo y del abandono; es uno de los aproximadamente 26,710 niños panameños que salen a las calles a trabajar por X o Y motivo.

Hay tareas pendientes

Definitivamente, hay que mirar más allá del Canal de Panamá. Y es que este país no escapa de tan triste realidad; en los campos, en las calles, en los cafetales y hasta en las casas de familia hay niños (5 - 17 años) realizando labores que no son seguras para sus edades y capacidades físicas.

 

Panamá aspira a erradicar el trabajo infantil, y hasta el momento, los esfuerzos han dado resultados. Según datos proporcionados por la Contraloría General de la República, las cifras han disminuído; hace 8 años había en las calles de Panamá unos 50,410 niños laborando, ahora, de acuerdo a la encuesta realizada el año pasado, hay unos 26,710 niños trabajadores, el 67.8% son niños y el 32.2%, niñas, la mayoría no está asistiendo a la escuela.

 

Los niños más amenazados por el trabajo infantil son los provenientes de las comarcas indígenas y las áreas rurales. “La verdad es que nos sorprendieron mucho los resultados de la encuesta, puesto que en Colón, Coclé, Panamá Oeste y Panamá, las cifras disminuyeron, mientras que en la comarca Ngäbe-Buglé y Chiriquí, aumentaron”, explicó Marisol Linero, representante del Consejo Nacional de la Empresa Privada (Conep) y el Programa de Responsabilidad Social Empresarial, para la Prevención y Erradicación del Trabajo Infantil. Pero hay más.

 

La misma encuesta, en la cual se hizo una comparación entre el 2012 y el 2014, reveló que tal vez una de las fallas está en el sistema educativo, sobre todo en la parte práctica. Según la investigación, la principal razón que exponen los padres para dejar al niño trabajar es para que estos aprendan un oficio; en cuarta o quinta posición están aquellos que lo hacen por necesidad, es decir, para llevar dinero a sus hogares. Un gran detalle que sustenta este resultado es que muchos de estos niños son beneficiados con el Programa de Acción Directa Gubernamental, que realiza el Mitradel, el cual les otorga ayuda económica (beca por tres años) para que asistan a la escuela y dejen de trabajar.

 

El ministro de Trabajo, Luis Ernesto Carles, durante el lanzamiento de la campaña de sensibilización 2015 “Yo soy lo que quiero ser niño/niña” #No + Trabajo Infantil”, dijo que a pesar de todo, gracias al trabajo realizado en conjunto con entidades adscritas al Cetippat y mediante este programa, han devuelto al sistema formal educativo unos 5,600 niños y niñas. Según explicó Carles, mantienen de manera permanente el proceso de captación y vigilancia para que más niños y niñas salgan de las calles o puestos de trabajo y se integren a las aulas de clases. Por su parte, la Secretaría de Niñez, Adolescencia y Familia (Senniaf), que maneja un programa de prevención y erradicación del trabajo infantil, nos informó que hasta abril del presente año unos 121 niños, niñas y adolescentes en situación de trabajo infantil han sido atendidos. La organización sigue enfocada en las diversas campañas con el objetivo de erradicar por completo en todas sus formas este flagelo para el 2020, tal como lo solicitó la Organización Internacional del Trabajo (OIT).

 

El gran reto

Es aquí cuando las autoridades deben hacer un alto y preguntarse si se están cubriendo las necesidades que los niños, el futuro del país, tienen. Para Marisol Linero, del Conep, la clave está en brindar una educación de calidad y darles una visión más amplia a los jóvenes de cómo está el mercado laboral. Linero considera que lo principal en este caso es enseñar a los estudiantes nuevas carreras, ya que el campo laboral está saturado de abogados e ingenieros, por mencionar algunos. “Por ejemplo tenemos una gran necesidad de plomeros y de técnicos en distintas áreas y eso no se les está enseñando”, aseguró. Aunque hay algunos detalles que ajustar, se han creado diversas fundaciones y ONG que se han unido para erradicar este mal.

 

Actualmente, Fundespa, en asociación con Fundación Telefónica, continúa desarrollando desde el 2009 el Programa de Intervención Directa, conocido como Proniño, el cual plantea el retiro sostenible del trabajo infantil, a través de la protección integral de niñas, niños y adolescentes, la retención y promoción escolar, entre otras necesidades. Celia Pérez, representante de Fundespa (trabaja en el área de Panamá Oeste), manifestó que en esta parte del país los niños son los que encabezan las cifras de trabajo, mientras que la participación de las niñas es de un 36%. Los oficios que más realizan son pesca, agricultura, comercio al por menor, actividades indiferenciadas de producción de bienes y servicios en los hogares (elaboración y venta de tortillas de maíz, bollos, tamales, almuerzos, entre otros). Un tanto emocionada por el logro, las estadísticas en esta área han bajado, dijo que siguen muy enfocados en la implementación de programas que de manera rápida les den resultados positivos.

 

Explicó, que una vez el niño es captado, se atiende a través del Programa de Intervención Directa que desarrollan en conjunto con el Meduca, hacen un monitoreo para que se mantenga estudiando; “recordemos que el modelo de erradicación del trabajo infantil es a través de la retención y promoción escolar. En caso de detectar la deserción escolar y/o la vuelta de los menores al trabajo infantil, se les remite al Cetippat para su atención”, dijo Pérez.

 

Reestructuran lista de oficios

La existencia de trabajos peligrosos a los cuales miles de niños, niñas y adolescentes todavía se enfrentan es un tema importante y ya fue analizado. Existe una ley en el país que solo permite que niños de entre 14 y 17 años puedan trabajar en un oficio que no sea riesgoso. Por ello, el Ministerio de Trabajo cuenta con una lista de oficios peligrosos, sin embargo, desde hace un año el Gobierno, a través del Mitradel, en conjunto con el sector público, por medio del Consejo Nacional de Trabajadores Organizados (Conato), la Confederación Nacional de Unidad Sindical Independiente (Conusi) y la empresa privada, mediante el Conep, trabajaron en la modificación de la misma. “Se tomó la decisión porque hay algunas ocupaciones que no se adaptan a la realidad, es decir, con la antigua lista los menores no podían casi realizar ninguno tipo de trabajo y hay ciertos oficios que no tienen riesgos para ellos. Ya el borrador está listo, solo faltan pequeños detalles”, dijo la licenciada Linero, del Conep. ¿Esclavos de sus familias? Antes, los principales puntos de críticas eran los empresarios porque supuestamente eran quienes contrataban a los menores de edad, sin embargo, en la actualidad la realidad es otra.

 

La Contraloría dejó claro a través de la misma encuesta que el oficio más realizado por niños en Panamá es el trabajo doméstico y familiar; niños que no van a la escuela porque se quedan en casa realizando las labores del hogar y cuidando a sus hermanos, y otro grupo trabaja en negocios familiares que se desarrollan de manera informal. Sobre este punto, la psicóloga Geraldine Emiliani dijo que hay dos problemas: el primero es el cultural en algunas áreas del país, lo que resulta un poco complicado, y el segundo es el “juegavivo”, tanto de los padres como de los mismos niños trabajadores.

 

“La verdad es que hay muchos padres sinvergüenzas, mandan a sus hijos a pedir plata en las calles, haciéndoles un gran daño porque deberían estar en la escuela, la educación es la llave para salir adelante”. Emiliani recomendó que antes de darle dinero a un niño, niña o adolescente en la calle, “es mejor darle comida o ropa. Y por supuesto hacer las denuncias a las instituciones que están a cargo de recogerlos y ayudarlos”. La experta aseguró que un menor que realiza trabajos pesados y peligrosos crecerá con muchas deficiencias, a parte de que su situación se convierte en un círculo vicioso, es decir, debido a la falta de educación, es muy probable que sus hijos pasen por lo mismo.

 

La prevención y erradicación del trabajo infantil deben ser evaluadas dentro del contexto de la privación de los derechos fundamentales de los niños y niñas, como es el acceso a la educación. Esta es la principal herramienta para esta gran lucha, y ha quedado demostrado que sí se puede. Daniel, el niño vendedor en Colón, es un vivo ejemplo, gracias a la ayuda de Jennifer y su madre, en la actualidad es maestro en la Fundación Trabajando por un Futuro Mejor, en donde orienta a muchos niños que al igual que él -hace años- salen a las calles a ganarse unos reales.

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