Memorias de ‘Strippers’

Vie, 09/25/2015 - 15:06
‘Ares’ y ‘Comando’ nos hicieron algunas confesiones, entre estas, que todavía no se animan a colgar las tangas...
 “Comando” también practica lucha libre.

“Comando” también practica lucha libre.

Tienen más de 20 años en el negocio. Aunque sus historias son distintas, hay ciertos episodios que los hacen iguales, y es que el precio que están pagando por trabajar en una profesión que por años ha sido todo un tabú, “strippers”, no es nada barato; más allá del baile, el dinero y el deseo carnal, lo que han cosechado ha sido desconfianza —por parte de sus parejas— y un poco de soledad...

Sus “sexy” atuendos, de vaquero, bombero, mesero y otros más atrevidos, como los de cuerina, están colgados en sus clósets en donde, a diferencia de años atrás, permanecen por más tiempo. “Ares” y “Comando”, veteranos en el tema, confiesan que ya nada es igual, antes salían más “shows” y la paga era más que buena —2,000 dólares por presentación y realizaban 3 o 4 por noche—; hoy día, “las nuevas generaciones han hecho que esta profesión no sea valorada, muchos se han desviado del camino (prostitución y drogas) y otros no cobran lo que debería ser”, coinciden ambos hombres que ya superan los 40 años de edad.

La vida de un “stripper” no es como la pintan; muchos lo hacen por dinero, otros porque realmente les gusta y algunos entran al negocio por “accidente”, es lo que dicen. Tal como sucedió con el protagonista de la próxima historia:

Los alrededores del antiguo Intel en la Vía España fueron el escenario, en los años 70, para que Rolando Marquínez, de 14 años —en aquel entonces—, descubriera lo que desde ese instante se convertiría en su medio de sustento. Y es que, aunque solo iba a presentar, junto a otros chicos de su edad, una coreografía de baile, su ejercitado cuerpo y gran estatura lo llevaron a batear de emergente debido a que el plato fuerte del evento, un “stripper” estadounidense, jamás llegó; alguien debía darles a las chicas aquello por lo que habían pagado, así que el destino y el señor Ricardo, dueño del evento, decidieron que fuera Rolando.

“Le dije no, a mí me da mucha pena, no voy hacer eso. Aparte de que allí está mi mamá y me va a matar. El señor insistió tanto y me ofreció la mitad de lo que le daría al “stripper” profesional (le pagaría 2,000 dólares), así que acepté”, confesó el también estilista.

Para que todo fuera más creíble, le quitaron la ropa a uno de los meseros y se la pusieron a Rolando, también le untaron aceite de cocina por todo el cuerpo, pero lo peor para él fue cuando convirtieron su calzoncillo en una tanga. “Me transformaron en un “stripper”, me amarraron unas tiras en los brazos y me maquillaron un poco para que me viera más adulto, cuando me vi, ni yo mismo me reconocía”, dijo.

La hora se aproximaba y solo faltaba un seudónimo para poder presentarlo, así que el dueño del evento decidió llamarlo “Ares”, como el dios de la guerra, “a mí no me gusta la injusticia, siempre peleo por los demás, por eso escogió ese nombre”. La temperatura en el lugar subía poco a poco, las mujeres gritaban, estaban muy ansiosas esperando ver músculos, meneos y mucha sensualidad por parte de ese “stripper” que tanto promocionaban como el mejor de Miami.

El telón se abrió, la música empezó a sonar y el gran “Ares” complació a las presentes, el “show” fue todo un éxito. Sin embargo, lo que más recuerda de aquel día fue la paliza que le dio su mamá y el castigo que recibió por realizar algo que ella consideraba indecente —lo arrodilló, en una esquina de la casa, encima de granos de maíz todo un día—, pero esto no detuvo a “Ares”, muestra de ello es que aún sigue vigente.

De fisiculturista a bailarín sin ropa

Sus músculos, buen físico y estatura fueron los atributos que vio su amigo “Neptuno” — quien se dedicaba a bailar para chicas— cuando le propuso ganar dinero extra realizando bailes exóticos. La oferta fue muy tentadora, por lo que se animó y fue a probar suerte. Pablo Gonzáles, nombre de pila de “Comando”, practicó aproximadamente por un mes aprendiendo lo fundamental en el tema, después de este tiempo, ya estaba listo para subirse a la tarima y complacer a las chicas.

Al principio, la discoteca Congo, en aquel entonces lugar donde más se realizaba este tipo de “show”, se convirtió en un tinglado, puesto que “Comando” salió al escenario vestido de boxeador y al ritmo de la canción de la película “Rocky”. Minutos después se apagaron las luces y lo mejor estaba por llegar... Aunque bastante nervioso, logró bailar, quitarse la ropa y hacer que el público se fuera más que satisfecho.

Fueron 10 años bailando en la discoteca Congo, todos los jueves, día en que el lugar era abarrotado por chicas de todas las edades; reveló que solo en la propina reunía más de 90 dólares. Luego se independizó y no ha parado desde entonces, eso sí el ritmo de trabajo ha bajado un poco.

Más confesiones

¿Es rentable el negocio de “stripper” en Panamá?

“Comando”: Sí, es rentable, siempre y cuando se haga bien el trabajo, la verdad es que bailar me resulta más rentable que mi trabajo con una representante de San Miguelito, soy profesor de educación física.

“Ares”: Antes era más rentable porque no era algo común, aquí en Panamá había un tabú; yo ganaba 2,000 dólares por “show” y yo hacía unos 3 espectáculos por noche; una vez hice 12 “shows”, fue difícil, pero lo hice.

¿Cómo hacen para aguantar toda una noche? ¿Toman algo en especial?

“Ares”: Nada de bebidas energizantes, la verdad en mi caso lo que me da resistencia es ver la satisfacción y felicidad de las mujeres, el goce que ellas tienen es lo que me llena.

“Comando”: El entrenamiento ayuda mucho, hay que ser disciplinado y a mí también me ayuda la satisfacción de las mujeres.

En este trabajo, ¿hay tiempo para divertirse con alguna mujer que les ofrezca dinero?

“Comando”: La verdad es que a mí se me han ofrecido tanto mujeres como hombres; algunas de la farándula nacional, de todo; por ejemplo, para que tenga una idea, hace algunos años, en televisión, a la medianoche había un programa llamado “Noche del termómetro”, en el que varios “strippers” bailábamos y el público llamaba para votar. Yo siempre rompía el termómetro, y la mayoría de las llamadas eran de hombres.

Yo era muy joven para ese tiempo, pero siempre estuve centrado, te puedo decir que nunca me he acostado con hombres, sí me iba con algunas mujeres, pero solo si me gustaban. Casi siempre me daban 200 dólares, por esa cantidad me pedían unos masajes primero y después lo otro; hubo empresarios hombres que me ofrecían dinero para estar conmigo, uno me puso un día la chequera en la mesa y me dijo que yo pusiera la cifra...

“Ares”: Esas propuestas hasta el sol de hoy todavía las tengo, las personas a veces confunden el servicio de nosotros como bailarines sensuales, creen que somos gigolós. Yo no mezclo mi profesión con relaciones íntimas, en esos casos, yo solo les decía que no me interesaba y que no me involucro con el público; nunca lo he hecho, a pesar de que las ofertas han sido tentadoras y jugosas.

¿Se puede tener pareja formal con esta profesión?

“Comando”: Es difícil. En mi, caso no confiaban, a pesar de que siempre les hablaba con la verdad, es muy difícil, siempre me dejaban, tuve varias esposas, pero al final se me iban. Actualmente tengo una pareja con la que llevo 3 años de relación y hasta ahora ha sido compresiva; tengo hijos.

“Ares”: He tenido bastantes novias, pero lastimosamente, al principio dicen que no hay problema, pero al final no aguantan que otras me toquen y se van. La relación siempre se daña, actualmente estoy soltero y en búsqueda.

Al principio, ¿cómo manejaron el tema con su familia?

“Comando”: Tuve problemas con mi papá, me decía que me había metido a gay y siempre me ofendía. Mi mamá siempre me ha apoyado, aparte de que yo llevaba el pan a la casa, fui de todos los hermanos quien más ayudó, mis hermanas no tuvieron que trabajar, yo las mantenía. No me arrepiento de hacer esto y si volviera a nacer, lo haría de nuevo.

¿Cuál es la diferencia en el mercado de “stripper”?

“Comando”: Ha cambiado mucho, el mercado está saturado de venezolanos y colombianos y gente de aquí que cobran una miserableza, 40 o 50 dólares, pero yo siempre me he mantenido en mi precio. En cuanto a la energía, se mantiene porque siempre he estado activo y entrenando, pero no es como antes.

“Ares”: Sí ha cambiado bastante, no me puedo comparar, pero sí he bajado la energía, el tiempo no porque valoro lo que la gente pide. En cuanto a la paga, lastimosamente no es nada, de los 2,000 dólares que cobraba, ahora he quedado en 100, 300 o 500 dólares.

Eso que dicen que muchas mujeres reunidas es peligroso, ¿es cierto, han sufrido alguna lesión por parte de estas?

“Comando”: Me han roto la ropa, el hilo dental, me han metido mano; las mujeres son muy agresivas, me han arañado, me han hecho moretones y me han mordido el glúteo; esa vez fue tan serio que tuve que ir al doctor. Una vez también me lastimé los músculos del área de la ingle y estuve incapacitado.

“Ares”: Sí, algunas porque las mujeres son agresivas, también me han mordido, arañado y, bueno, de todo.

Estos hombres confiesan que no se las han visto tan fáciles, dicen que además de las despedidas de solteras y los “shows” en discotecas, han tenido que bailar en funerales y una vez uno de ellos bailó para una anciana de 80 años de edad que al día siguiente murió... Pero, lo que sí no ha muerto es la energía y el deseo de seguir bailando para sus seguidoras, por ello se resisten a colgar para siempre sus indumentarias.

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