La estimulación temprana: una inversión social poderosa

Lun, 09/23/2019 - 15:00
El Instituto Panameño de Habilitación Especial tiene 108 estimuladores repartidos en todo el país para ayudar a pequeños con problemas en su desarrollo. Dos de los grandes problemas son la falta de difusión de los servicios que brindan, y la poca constancia de muchos padres para llevar a sus hijos a las terapias.
Hay 108 estimuladores distribuidos en todo el país. En la imagen, el trabajo que se realiza en Puerto Lara, Darién. Foto: Cortesía.

Hay 108 estimuladores distribuidos en todo el país. En la imagen, el trabajo que se realiza en Puerto Lara, Darién. Foto: Cortesía.

“Las personas que cuidan a los niños a veces no saben cómo tratarlo y lo único que se les ocurre es dejarlos frente a una pantalla, ya sea de televisión, un celular, una tableta. Para cuando los padres se dan cuenta de que algo está sucediendo, ya es demasiado tarde para evitar una discapacidad”, comenta Lissis de Gómez, especialista en Estimulación Temprana del Instituto Panameño de Habilitación Especial (IPHE), quien recomienda que los pequeños no estén expuestos a este tipo de dispositivos al menos hasta los cinco años.

La etapa de cero a cinco años es vital para el futuro del infante y determinará mucho de lo que será su vida más adelante. La estimulación temprana tiene como objetivo desarrollar los potenciales más importantes en el crecimiento del niño y evitar una discapacidad congnitiva. Por eso en los últimos años ha sido uno de los objetivos del IPHE impulsar estos programas y darles continuidad. El hecho de que la actual ministra de Educación, Maruja de Villalobos, provenga del Instituto ha sido una ventaja para garantizar que la atención a la primera infancia se mantenga, admite de Gómez.

En conjunto con el Ministerio de Educación, el Ministerio de Desarrollo Social, el Ministerio de Salud, entre otras instituciones, el IPHE ofrece atención para la primera infancia en Centros de Salud y Centros de Atención Infantil de Primera Infancia (Caipis). Hay un equipo de 108 especialistas en estimulación temprana distribuidos en Centros de Salud en todo el país, además de proyectos especiales para las comarcas indígenas, en Puerto Indio, Puerto Lara (Darién), y Volcán (Chiriquí).

Atenciones y servicios

 

En promedio, en cada centro de salud se atienden 12 casos por día. Aunque no hay una cifra oficial definitiva, ese número representa más de 311 mil servicios al año. A pesar de la magnitud del número, comenta Lissis de Gómez, uno de los principales problemas que afrontan es el desconocimiento por parte de la población de los servicios que se brindan:

“Muchos no conocen o se están enterando apenas de los servicios gratuitos para la primera infancia. Contamos con los servicios de las estimuladoras y el equipo técnico que las apoyan como son los terapistas físicos. Si se necesita de un psicólogo o un trabajador social, se tramitan sus citas a través de este equipo”.

Los principales cuadros con los que se encuentran las estimuladoras son niños con desnutrición, niños en riesgo social, hijos de madres adolescentes, e hijos de madres con edad muy avanzada. “Nos llegan casos niños con bajo peso, prematuros, niños en riesgo social (con una condición de vida deplorable, es decir, que viven en áreas de difícil acceso, por lo que su alimentación es inadecuada)”, explica la funcionaria del IPHE.

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En su mayoría, son pacientes que vienen referidos directo de los hospitales; sin embargo, hay casos que no están en el radar de los especialistas de la salud. “Se nos escapan”, admite de Gómez. Por eso, las autoridades hacen hincapié en que los niños deben ser llevado de manera regular a sus citas de control. Es ahí donde se pueden observar deficiencias que, quizás, no se notaron al momento del nacimiento.

Cupos perdidos

El problema, asegura la especialista, es que muchos padres sacrifican las citas de seguimiento de sus hijos ante las complejidades de la vida diaria: choque de horarios, trabajo, cuidar de sus otros hijos, dificultades de movilización, entre otras razones. Justamente, uno de los problemas que más enfrentan los estimuladores es la pérdida de citas. Según Lissel de Gómez, muchos padres sacan cita para las terapias de sus hijos y, al final, no asisten.

En un intento de facilitarle las cosas a los padres que no pueden llevar a sus hijos a estimulación temprana durante las mañanas, los estimuladores han ampliado su horario de atención en los Centros de Salud: “Otorgamos cupos después del medido día, a veces, hasta las dos de la tarde, porque los centros cierran a las tres”.

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La atención a domicilio, al menos del sector público, no es una opción por el momento. Hace unos años las estimuladoras recorrían los barrios y acudían a las casas de sus pacientes; pero por temas de seguridad y del crecimiento poblacional que ha tenido la ciudad se dejó atrás esta práctica. En algunos sectores la población le indicaba a las funcionarias que era mejor que no ingresaran a ciertas áreas ya que el territorio estaba controlado.

La gran diferencia

En los últimos tiempos, ha habido una mayor apertura por parte de la sociedad con respecto a la estimulación temprana en los menores de cero a cinco años. El cambio de percepción ha venido tanto de las familias como de los docentes, por ejemplo. “Se están dando cuenta de los buenos resultados de la atención primaria. Notan la diferencia entre los chicos que reciben la estimulación y los que no”, asegura Lissis de Gómez.

En un momento donde se está investigando por qué el aumento en ciertas condiciones como el autismo, resalta la especialista, es necesario invertir y apoyar la atención a la primera infancia: "La estimulación temprana es una forma muy poderosa de inversión social. Sus resultados no se ven en el instante; pero son contundentes. Tenemos que prepararnos”, advierte.

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