Las emociones no son malas ni buenas: acéptalas para gestionar la ansiedad

Lun, 11/29/2021 - 11:56
Por si no lo sabía las emociones tienen una influencia enorme en el cuerpo. Descubre cómo trabajarlas.
Por: Doctora Nancy Álvarez
Doctora en psicología clínica con maestría y post grados en terapia familiar, de pareja y sexual
@dranancyalvarez




Hablemos sobre la gestión de las emociones y la ansiedad. ¿Qué significa esto? Es sencillamente cómo aprender a controlar y gestionar las emociones en momentos de conflictos. Ojo, no es negar las emociones, ni dejar de expresarlas. Ambas cosas, si se hacen, conducen a la enfermedad.

 

Hay que aprender que cuando atravesamos procesos emocionales traumáticos, explosiones de rabia, pensamientos repetitivos que aumentan el estrés, etcétera, tendremos como resultado que las defensas y el sistema inmunológico bajen, y a veces se desplomen. Así surgen las enfermedades.

 

 

 

Las emociones tienen una influencia enorme en el cuerpo. Cuando son fuertes y no las expresamos, hacen que produzca una serie de químicos que nos invaden y afectan el sistema inmunológico.

 

También inciden en nuestras relaciones, ya que pueden hacernos perder el control y maltratar a amigos o familiares cercanos. Por eso, hay que identificarlas y nombrarlas.

 

Cuando una persona atraviesa por eventos serios, vienen las emociones. Hay que aprender a vivir con ellas. No podemos evitarlas ni negarlas, porque es peor. Tampoco juzgarlas ni tener prejuicios: no hay emociones malas o buenas. Hay que entender porqué están ahí, y resolver y entender lo que nos están comunicando. Debemos aceptarlas y ver cuál es su mensaje.

 

Hay personas que sienten una emoción y no saben qué les pasa. Si te sientes triste y no sabes por qué. O si estás muy rabioso, sin entender qué disparó esa rabia, tienes que resolver esto.

 

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La Dra. Paloma Carvajalino creó estos pasos para gestionar las emociones:

 

  • En la gestión de emociones, lo primero es reconocerlas y validarlas. O sea, identificarlas y nombrarlas. No rechazarlas o sentir vergüenza. Nadie puede cambiar lo que siente o ser culpable de la emoción que lo invade.

 

  • Evitar juzgar las emociones o tener algún prejuicio sobre ellas. Por ejemplo, la rabia hay que expresarla, pero asertivamente, sin herir ni maltratar al otro.

 

  • Ampliar el diccionario de las emociones para identificarlas y nombrarlas.

 

  • Filtrar los pensamientos no funcionales para evitar que nos manipulen las emociones. La ansiedad y el estrés producen pensamientos repetitivos que no ayudan. Y sí dejamos que nos dominen, solo conseguiremos que suban.

 

  • Perfeccionar nuestras capacidades de comunicación. Debemos observar cómo nos comunicamos. Realmente no es lo que dices, sino cómo lo dices.

 

  • Expresar emociones es importante. Vienen a entregarnos una información. Algo las disparan, y, lo que sea, debemos trabajarlo por nuestra salud física y emocional.

 

 

Nos educan diciéndonos todo lo contrario. Si estamos tristes y nos preguntan cómo nos sentimos, casi siempre decimos “bien”. Pero el lenguaje no verbal dice todo lo contrario. También podemos estar furiosos con una persona y la saludamos sin expresarlo. Supuestamente, eso es ser “educado”. Si eres claro y sincero, es algo mal visto. Te dicen conflictivo, difícil, mal educado y un gran etcétera. La congruencia es salud mental y física, no lo olvides.

 

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