Las rupturas amorosas afectan las mismas zonas cerebrales que la drogadicción

Mar, 03/21/2017 - 17:34

Terminaron contigo. Te dejaron. La relación llegó a su fin y no fuise tú quién tomó la decisión. 

Probablemente estés en estado de colapso emocional, mental y físico también, recordando las escenas de la película de Bridget Jones queriendo tener en tu cama una caja de donas y kilos de helado de tu sabor preferido. O simplemente quieras llorar, llorar y llorar, así como lo hicieron los participantes de un estudio realizado en el 2010 por la neurocientífica Lucy Brown de la Universidad de Yeshiva. 

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La investigación tenía como objetivo conocer cuál era la fisiología del cerebro cuando una persona atravesaba una ruptura amorosa. En el documento de 2010 que surgió de esta lúgubre investigación, los 15 de sus participantes, que estaban en cólera, informaron haber pensado en su amada durante más del 85 por ciento de sus horas de vigilia, y todos expresaron su deseo de volver a unirse emocionalmente con sus ex compañeros. "Los signos de falta de control de la emoción" ocurrieron durante semanas o meses después de la ruptura inicial, los autores encontraron, incluyendo "telefono inapropiado, escribiendo o enviando por correo electrónico, abogando por la reconciliación, sollozando durante horas, bebiendo demasiado y / o haciendo dramática entradas y salidas en el hogar, lugar de trabajo o espacio social del manifestante para expresar la ira, la desesperación o el amor apasionado". 

En los artículos de seguimiento, Brown y su colaboradora frecuente, la antropóloga biológica Helen Fisher, han argumentado que "el amor romántico es una adicción natural (y a menudo positiva) que evolucionó a partir de antecedentes de mamíferos hace 4 millones de años como mecanismo de supervivencia para alentar la reproducción del hominin". Al igual que las drogas de abuso, el amor romántico - "un estado alterado normal" - comienza con la euforia y termina con ansia. "A diferencia de otras adicciones (que sólo representan un porcentaje de la población), es probable que ocurran cierta forma de adicción al amor a casi todos los seres humanos que viven ahora y en nuestro pasado humano; Pocos evitan el dolor del rechazo romántico", explican ella y su colega.

Pero no es que el enamoramiento y la drogadicción recorran los mismos caminos en el cerebro. Más bien, Brown explica que las drogas están explotando los sistemas de recompensa del cerebro - los caminos de la dopamina - que se manifiestan con afecto amoroso.

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