¿Son buenos o malos los concursos de la pollera?

Mié, 07/22/2020 - 10:32
El investigador de indumentarias tradicionales, Eduardo Cano, explicó en un video educativo en su página 'Amor por la pollera' que las polleras tradicionales no pueden ganar estos concursos. Mira el porqué.
La pollera panameña es un tema que mueve pasiones. Muchas panameñas -por no decir todas-  quieren lucir alguna vez en su vida el bello traje tradicional que tiene variantes en cada rincón del país.
 
 
A pesar de que todos los tipos de polleras son hermosos y tienen un gran valor cultural, algunos se han popularizado más por su valor artesanal. Tal es el caso de la pollera santeña de gala, una variante de labores corridas dentro de las polleras de influencia europea (según la clasificación del investigador Eduardo Cano) que se caracteriza por las técnicas artesanales tan laboriosas y detalladas que adornan sus telas. Bordados como el punto en cruz (o marcado) y el zurcido, técnicas como el calado y el sombreado, al igual que tejidos como el mundillo (todos a manos), hacen que una pollera de gala rebase los 10 mil dólares, lo que la convierte en un traje elitista, lejos del sueño popular. 
 
 
Pero, por más que la vestimenta de gala santeña resulte alarmantemente costosa, muchas mujeres (y sus familias) se niegan a renunciar al sueño de tener una en su baúl y poderla lucir en los desfiles y certámenes que se hacen para ver cuál es "la mejor".
 
 
Uno de los concursos más importantes precisamente se celebra en la provincia de Los Santos durante el mes de julio,  en el marco de las fiestas de la patrona, la virgen Santa Librada. Se trata del Concurso Nacional de la Pollera Margarita Lozano (nombre que recibe en honor a la primera reina del festival), que se lleva a cabo dentro del Festival Nacional de la Pollera, y que este año se realiza de forma virtual.
 
 
Los concursos, aunquen resulten llamativos, pueden ser un peligro para el folklore si no son bien manejados, pues ayudan a tejer el mito de que la pollera es solamente la de  gala santeña, habiendo tantas variantes, al alcance de todas las panameñas. "Existe el mito de que la pollera solamente es de labor. Hay tantas variantes y opciones, que puedes optar por cualquiera. Esa percepción es lo que tratamos de cambiar en nuestras conferencias, porque todas las polleras son hermosas", dice el investigador de indumentarias tradicionales, Eduardo Cano,  quien ha dedicado su vida al estudio y  difusión de la indumentaria tradicional, y promueve el uso de todos los tipos de pollera. 
 
 
Además, según el estudioso santeño, quien ha recibido más de 100 reconocimientos por sus aportes a la cultura, los concursos también pueden promover, indirectamente, supuestas evoluciones en el traje que resultan en detrimento de la tradición, al premiar "excesos" que, además de estar lejos de lo tradicional resultan para él una "locura". Así lo manifestó Cano en uno de sus videos educativos “Los consejos de Eduardo Cano y Amor por la Pollera” que comparte desde el inicio de la cuarentena a través de su página Amor por la Pollera. 
 
 
 
 
A continuación conversamos con Eduardo Cano sobre su visión de los concursos y qué se puede hacer para que beneficien al folklore panameño.
 
 
 


P: En una de sus charlas 'online' hablaba sobre las polleras de concursos, y si las polleras con parámetros tradicionales podían ganarlos. ¿Cuáles son esos parámetros tradicionales?
 
R: Aunque las indumentarias no tienen reglas, sí existe un conjunto de características que se pueden clasificar como tradicionales. Por ejemplo, durante décadas las trencillas artesanales (mundillo) siempre han presentado campo blanco con labores definidas en color, y el pepiado aplicado era en forma de un adorno, no continuo; las arandelas superiores no se veían rellenas de labor ni tapaban casi completamente la arandela inferior; las labores en la tela han crecido, pero siempre se ha podido apreciar bien porque se respetó el bejuqueado y la flor, no había presencia de insectos tipo mariposas, colibríes, abejas, no se utilizaban múltiples colores de grupos cromáticos opuestos en la misma labor de pollera, sí había conjunción de varios colores pero siempre se cuidó que fueran degradados o colores amigos que permitieran enjaretar en tonos contrastantes, por lo general colores primarios. Había un balance.
 
En cuanto a joyería, los tamaños de las joyas eran mesurados, sin presencia casi de tomatillos o rellenos de filigrana extranjera, prevalecía el hilo simple y las láminas, lo cual la hacía un complemento de adorno y no una fuerte competencia con los demás elementos usados por la empollerada; los tembleques permitían ver el cabello, ojo, no tenían cristales hasta hace unos cuantos años, nunca brillaron a manera de luces de discoteca; los rebozos no eran obligatorios y no se metían por dentro de la camisa de la pollera. Todo esto se ha modificado abruptamente como quien rompe una cadena y mete un parche que no es propio de ahí.
 




P: Usted opina que estas polleras elaboradas con cánones tradicionales es difícil que ganen concurso. ¿Por qué?
R: Para responder esta inquietud debo remitirme a los resultados, por cierto muy loados: las polleras tradicionales o sencillas como se les ha catalogado ahora, jamás podrán salir victoriosas en un concurso normal de polleras actual, sea del interior o de la capital, porque no son concursos diseñados para realzar lo tradicional. Se busca la excelencia del trabajo artesanal o, en otras palabras, el que más cosas le pone, ese el que se lleva el galardón, y año tras año para poder ganar hay que meterle más y más, esa es la razón. He sido testigo de que algunos jurados cuando ven llegar una participante con una pollera tradicional, si no va acorde a lo que están acostumbrados a ver, dicen que para ir así mejor ni se hubiera tomado el trabajo de hacerlo, y de hecho, hemos realizado experimentos donde una pollera más tradicional que las que se presentan a concursar, en el juzgamiento no queda ni detrás del vehículo que recoge la basura.
 
 
 
P: ¿Hoy se siguen los patrones de las polleras de antaño para confeccionar algunas polleras (ya sean o no para concursos) o esto pronto será cosa del pasado?
R: Hablo por nuestro lado, ya que mi compañera y yo nos hemos enfocado en buscar estrategias que permitan que más mujeres y hombres tengan una pollera tradicional, accesible a su bolsillo y que a la vez aprendan a confeccionarla para que sigan reproduciéndolas o enseñando a otros. Hemos dictado cursos gratis, intensivos, a nivel nacional e internacional: en la primera etapa los participantes confeccionaron montunas de camisa blanca de dos arandelas en telas tradicionales, muchas ya en desuso. En la segunda etapa, elaboraron polleras de gala, de labores y sin labores, para que más panameños puedan hacer realidad su sueño de tener una pollera propia, ya sea para ellas, hijas, sobrinas o esposas (en el caso de los caballeros que nos honran con su participación).
 
 
 
P: ¿Qué opina de los cánones actuales, hasta qué punto son permisibles para que no caigan en un “locura"?
R: Nosotros como investigadores nos enfocamos en enunciar las modificaciones que va teniendo la pollera, en comparación con las características tradicionales; sin embargo, no podemos opinar que es bueno o malo, por el hecho de que no podemos ejercer fuerzas de coacción sobre el folk, que es quien decide qué usar y qué no. No obstante, sí podemos recomendar, comparar y educar, para que las personas tengan una base donde afirmarse y así poder implementar lo tradicional en nuestras indumentarias y atavío.




P: ¿Cuáles son esos cánones actuales y por qué comenzaron a surgir?
R: Las características de la pollera actual son: trencillas de mundillo en color completo, casi siempre en pepiados de principio a fin; se han perdido las labores tradicionales ya casi por completo, no se ven piloncitos, ni pechuga de paloma ni flores legítimas, por enunciar algunos; las labores cubren casi todo la tira en la camisa, de hecho la arandela superior tapa la inferior casi por completo y se ven muy tupidas, no hay definición a simple vista.
 
En el pollerón, la labor muchas veces es tan grande que casi pega con el final del encaje de la camisa cuando está ya puesto en la dama, lo cual no es tradicional; las labores son trabajadas con muchos colores de diferentes grupos cromáticos rivales; amplios vuelos en el pollerón hasta llegar a englobarse por el exceso de tela, enjaretados del mismo color de los presentes en las labores porque no hay manera de contrastarlos, presencia de insectos en la labores.
 
En cuanto a polleras de gala sin labores, se observa problemas de dimensiones sobre todo en las arandelas, reducción de cantidad de puntillas en las arandelas; y en las montunas, el uso de estampados con fondo negro en los pollerones y estampados de flores montadas unas sobre otras.
 
En cuanto al arreglo de la cabeza, uso de mucho maquillaje, en colores explosivos a manera teatral; uso de cantidades exageradas de temblequería, la cual va acompañada de unos cristales brillantes recién introducidos; tamaños desproporcionados en los pétalos y calados en las flores de escamas de pescado. Uso de peinetas de robacorazón con polleras de gala que no son del área de Herrera, ni Veragüas.
 
Sobre la joyería, uso excesivo en tamaños desproporcionados que cubren casi completamente el pecho de la empollerada, normalmente en técnicas de orfebrería no nacional; uso de piedras preciosas y semi preciosas (no tradicionales) y en colores novedosos, en coronaciones, gargantillas y aretes. Uso de rebozo a juego con la pollera, metido por dentro de la camisa, entre otros detallitos.
 
Estas nuevas características en parte surgen por la novedad, por infundir una apariencia de lujo que el público ha confundido, de los escenarios de las reinas de carnaval, o de presentaciones de shows teatrales inspirados en el folklore, o de participantes aspirando a ganar un concurso; aparte de que las mujeres se han dejado recargar en los atavíos por parte de los arreglistas, quienes les hacen pensar que entre más joyas, tembleques y maquillaje se coloquen, destacarán por verse más hermosas, olvidando que las mujeres no tienen que disfrazarse de mujeres para parecer mujeres, y que menos es más.
 
 
P: ¿Cuáles son los desaciertos más grandes que mira en las polleras actuales? ¿Se ven en un tipo de pollera específico o en varios?


¡¿Qué le digo?! Los desaciertos surgen por no tener el conocimiento tradicional, tanto en la confección, como en el atavío. Se ven en todo tipo de polleras.
 
Pienso que también la pollera y otras indumentarias tradicionales están de moda, todos quieren participar de esa moda, pero muchos no saben que hay características que se han mantenido de generación en generación, y que hay que respetarla. Por ejemplo, con la llegada de los orfebres extranjeros en estas últimas décadas, el trabajo artesanal de ellos absorbió el nuestro, modificando el joyero tradicional panameño a su gusto y parecer, se borró casi completamente nuestra memoria cultural en materia de joyería, esto es algo que todavía ellos no entienden, para ellos fue bueno porque encontraron una manera de subsistir en nuestra patria, pero para nosotros no fue bueno porque se ha borrado nuestra herencia cultural.
 
Otro ejemplo lo pongo en suelo patrio, como en la polleras de Penonomé, muchas se han comenzado a elaborar en técnicas como el zurcido, adicionando calados y hasta uso de mundillo, sin contar que han exportado el uso del lazo a otras regiones como Azuero y el resto del país.
 
También puedo decir que el uso de telas como el letin bordado en hilo brillante, con estampados y perforados, el linón de motitas de color pastel, las telas de lunares blancos estampadas sobre fondo pastel, las polleras de linón de motitas con estampados, de estampados de flores sobre fondo pastel, encajes industriales previamente resaltados, han dado como resultado polleras actuales que no se pueden clasificar dentro de lo tradicional.
 
En cuanto al atavío, se ha confundido los tipos de arreglo de diferentes regiones, inclusive queriendo revivir tendencias que algunos pequeños grupos utilizaron hace casi 90 años y que nunca fueron imitados por el resto del pueblo, como los tembleques de oro y de gusanillo dorado, esto y podemos continuar hablando de muchísimos aspectos más.
 
 
P: Los desaciertos de los concursos
R: Debemos entender que los concursos son un microcosmo con participantes limitados; de hecho, la mayoría de peronas ni siquiera le toma importancia a lo que pasa en un concurso porque no es tan relevante. Pero si lo tomamos como una muestra de un estudio, probablemente salgamos con las cajas destempladas, porque se premia el exceso. En opiniones vertidas en nuestra página de Amor por la pollera, otros opinan que se premian caras, y que es un secreto a voces la compra de resultados, esto no nos consta de forma directa, lo que sí nos consta es que cada día vemos una mayor inapetencia de las mujeres a participar de un concurso que ya tiene nombre y apellido como ellas mismas dicen. Pienso que ese sí es un termómetro válido para opinar acerca de los concursos de pollera.
 
Debo aclarar que todo depende de quien lo maneje, porque bien podría ser un instrumento de salvaguardia que resalte los aspectos tradicionales de la indumentaria, pero si quien lo organiza ve para el lado contrario, entonces van a conseguir el resultado contrario, como pasa actualmente.
 
 
P: ¿Son buenos o malos los concursos?
R: Pienso que depende de la forma como se les maneje. Si están enfocados en resaltar lo tradicional, será bueno; si no están enfocados en esa vía, no serán tan buenos... Todo depende del manejo y los parámetros en que se fundamenten, pero pienso que no siempre podría ser malo.
 

 

 

P: Muchas veces la culpa de hacer las polleras con "errores” se la atribuyen a la artesana. ¿Ellas realmente son culpables de esos ‘desaciertos'?
Creo que son culpas compartidas, si es que se les puede llamar culpa, porque ningún cliente compra algo con lo que no esté satisfecho, nadie sale a la calle con una pollera o un atavío que con el que se sienta incómoda.
 
Hay que pensar que muchas veces la verdadera artesana está percibiendo un porcentaje minúsculo de lo que puede ganar el intermediario, así que lo ven sin un sentimiento más allá de que sea una labor como cualquier otra, como ser oficinista, o dedicarse a la venta de ropa. No se ponen a pensar si está bien o mal, ellas solo lo hacen por subsistir. He visto cómo muchas de las artesanas viven en casas de quincha, sin luz eléctrica y sin agua corriente, otras en casitas casi cayéndose, otras madres solteras con niños con discapacidad a los cuales deben atender en medio de su labor de marcadoras, zurcidoras, caladoras, tejedoras, etc... Entonces queda el dilema de qué es lo más importante: si hacer lo correcto o subsistir. 
 
Por otra parte, los artesanos intentan orientar al dueño de la pieza artesanal; pero muchas veces estos les dicen: 'lo quiero así, hágalo así', y bueno, prefieren ganarse el dinero ellos y no dejar que se vayan donde otro artesano. En la contraparte, conozco artesanos de carácter que dicen 'no se lo hago así', y si la persona insiste, no se lo trabajan. Así que pienso que hay de todo y para todos.
 

 

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