Cinco días del Papa Francisco en Panamá...¡Revive los momentos más icónicos!

Vie, 01/25/2019 - 11:39
La visita del pontífice al Istmo con motivo de la JMJ, estuvo cargada de eventos especiales y discursos motivadores, como era de esperarse. Te decimos qué ocurrió durante los cinco días de Francisco en Panamá.
Francisco, el papa más ‘cool’ y carismático de todos los tiempos, ese que ha llevado un mensaje de una iglesia católica abierta a los jóvenes, a través de un discurso diferente, fresco, alegre y real, recientemente estuvo en Panamá con motivo de la XXXIV Jornada Mundial de la Juventud (JMJ), uno de los eventos más importantes de la iglesia católica que por primera vez se lleva a cabo en Centroamérica.
 
La visita de Jorge Mario Bergoglio (nombre secular del 266 º papa de la Iglesia católica) al Istmo ha sido todo un acontecimiento que ha movido grandes masas, como era de esperarse. Ha alzado su voz tanto en eventos multitudinarios como en reuniones más privadas con los gobernantes y eclesiásticos, para hablar de temas inusuales como corrupción, migración y la unión entre los pueblos.
 
El pontífice y jefe del Estado Vaticano llegó a tierras canaleras el pasado miércoles 23 de enero, en un vuelo de 12 horas de Alitalia. Del aeropuerto Internacional de Tocumen se dirigió a la Nunciatura Apostólica de Panamá, lugar que que fue su estancia hasta el domingo 27, cuando acabó su gira.
 
Desde su llegada, justo al bajar del avión, el máximo jerarca de la Iglesia Católica marcó la diferencia al no seguir los protocolos establecidos: luego de los saludos a los miembros del Consejo de Gabinete panameño, en lugar de abordar de inmediato el vehículo que lo transportaría a la Nunciatura, Francisco decidió hacer caso omiso a las señales de  su equipo de seguridad y se acercó a la tarima. Entre feligreses de diversas parroquias que agitaban banderas de Panamá y el Vaticano a manera de bienvenida, el papa saludó a los presentes e incluso aprovechó para cargar y abrazar algunos bebés.
 
Luego, de camino hacia la Nunciatura, bajó las ventanas del vehículo que los transportaba, para saludar a los miles de feligreses que se habían amontonado sobre la Vía Tocumen para verle pasar en su ruta de bienvenida.
 
Sobre la Vía España, ya en su papamóvil, ocurrió un histórico hecho, que se ha extendido por todo el mundo: Un joven en silla de ruedas fue levantado entre la aglomeración  por sus tres amigos, justo en el momento que iba pasando el papa para recibir su bendición. 
 
 
El joven logró ser visto por el pontífice, quien le saludó directamente desde su vehículo con una gran sonrisa. Este momento fue capturado espontáneamente por el lente del fotógrafo y productor de video Carlos Yap. La imagen, captada en el instante preciso, se ha vuelto viral.
 
"Estoy agradecido y humilde con todos los que me mandan mensajes", dice el joven fotógrafo, quien ha recibido más de mil comentarios en Instagram, donde originalmente subió la imagen.
 
Por su parte, el protagonista de la escena, el peregrino panameño Lucas Henríquez Olmos, se ha vuelto la persona más querida de la JMJ y toda una celebridad en su parroquia Inmaculada Concepción, de La Chorrera.
 

El segundo día de Francisco en Panamá 

El 24 de enero fue el segundo día del pontífice (el primero procedente de Latinoamérica) en el Istmo. La jornada empezó con una visita al presidente, Juan Carlos Varela, donde el papa habló sobre corrupción y migración.
 
Francisco aprovechó para dirigirse  a “todos aquellos que tienen una función de liderazgo”, exigiendo  compromisos contra “cualquier forma de corrupción”.
 
También se reunió con el clero centroamericano en la igledia San Francisco de Asís, donde pidió a los obispos de Centroamérica eliminar los recelos sobre la inmigración.
 
Luego de un breve recorrido por la Cinta Costera a bordo del papamóvil, Francisco  apareció en la enorme tarima, de cuatro alturas, junto a jóvenes de los cinco continentes, en su primer gran acto en Panamá.
 
Allí ofreció un discurso integrador, a favor del multiculturalismo, y celebró que los jóvenes de hoy en día "desmienten y desautorizan todos esos discursos que se concentran y se empeñan en sembrar división, en excluir o expulsar a los que no son como nosotros". Sin embargo, y pese a lo que muchos anhelaban, el santo padre de 82 años no se refirió a ninguno de los países de la región que afrontan dificultades, como Venezuela o Nicaragua.
 
"El padre de la mentira, el demonio, siempre prefiere un pueblo dividido y peleado, es el maestro de la división", recordó Bergoglio, quien preguntó al eufórico público si prefería ser "constructor de puentes o de muros", una metáfora que ya había usado anteriormente y que coincide con una ola nacionalista en varios países.
 
En la paraliturgia celebrada en el campo Santa María la Antigua participaron unas 350.000 personas, según informes de la Fuerza de Tarea Conjunta Interagencial (FTC).
 

Llevó el evangelio y esperanza a jóvenes reclusos

Durante su viaje a Panamá, que incluyó su visita oficial, misas, encuentros, actividades religiosas y su participación en la JMJ, el papa también visitó un centro de detención de menores, el 25 de enero. Con su visita a la cárcel de menores de "Las Garzas" de Pacora, el papa Francsico quiso llevar la celebración de la JMJ a estos jóvenes privados de libertad, que en cierto modo fueron también peregrinos.
El pontífice quiso visitar a los jóvenes que cumplen sentencias por asesinato, robo y otros delitos, convencido que ellos también merecen la misma dignidad y esperanza que las demás personas, y les animó a pelear por su reinserción.
 
"Ustedes, chicos, los responsables de la custodia y las autoridades del Centro y del Ministerio, y sus familias, así como los agentes de Pastoral. Todos, peleen y peleen para encontrar y buscar los caminos de inserción y transformación", clamó el papa. "Pero no peleen entre ustedes", bromeó.
 
El papa, que suele salirse del libreto, también sorprendió a una multitud que esperaba a la salida de la Nunciatura. Fue a saludar a un grupo, entre los que se encontraba Hayera Moli, una odontóloga panameña jubilada, quien festejaba sus 69 años. Al enterarse, el pontífice invitó a los presentes a cantar el cumpleaños feliz. "Es un día que jamás olvidaré", dijo la mujer. "¡Gracias, papa!".
 
De igual forma , el 25 de enero, en horas de la tarde, el papa encabezó el Vía Crucis, frente a 400 mil personas, en el mismo campo donde el día anterior presidió la paraliturgia.
 
El papa Francisco denunció el conformismo que dijo es la "droga más consumida hoy" y que impide reconocer el sufrimiento que nos rodea, durante su discurso. "Nos dejamos llevar por la apatía y la inmovilidad. No son pocas las veces que el conformismo nos ha ganado y paralizado y ha sido difícil reconocerte en el hermano sufriente", dijo Francisco.
 
Denunció  que es mucho más fácil "estar cerca del que es considerado popular y ganador" y caer en la "cultura del bullying, del acoso y de la intimidación". En el Via Crucis, uno de los actos fijo en la JMJ, se denunció el sufrimiento de inmigrantes, indígenas, de las víctimas de los desastres naturales y de la violencia contra la mujer, entre otros.
 
 

Consagración del altar de la catedral

Con el arribo a la emblemática catedral de Panamá para oficiar una misa con sacerdotes y monjas, el primer papa latinoamericano inició el tercer día de actividades en el marco de la Jornada Mundial de la Juventud.
 
El pontífice argentino no solo inspiró a los religiosos durante la misa, sino que consagró el altar de la recién restaurada catedral Santa María La Antigua, situada en el Casco Antiguo y que data de siglo XVIII. Allí están enterrados los restos de varios obispos panameños.
 
 
Durante la homilía el pontífice habló de la desilusión que existe entre las religiones y que a veces hace que la Iglesia ofrezca "su peor versión". Se refirió a la fatiga de algunos religiosos por "las largas horas de trabajo que dejan poco tiempo para comer, descansar y estar en familia" e incluso de las "hasta tóxicas condiciones laborales y afectivas que llevan al agotamiento y agrietan el corazón".
 
En un posterior almuerzo cerrado con diez jóvenes (cinco chicos y cinco chicas) de cinco continentes, en el Seminario Mayor San José, el santo padre mostró su humildad, naturaleza y los llamó a escuchar a los viejos y ser agentes de cambio en el mundo. Según los presentes, el papa pudo abordar el tema de los abusos por parte del clero y constatar que "los jóvenes están sufriendo por ello".
 
El cierre de la jornada del 26 fue en la explanada de Metro Park, llamada Campo Juan Pablo II porque también aquí celebró un acto el papa polaco en 1983, y ante 600.000 personas. Allí, durante la ceremonia de Vigilia el papa Francisco invitó a los jóvenes católicos a que sean los "influencer" del Siglo XXI y a imitar a María, que fue la "influencer de Dios".
 
Les explicó que la vida de salvación que regala Jesús no es "una salvación colgada 'en la nube' esperando ser descargada", ni una "aplicación" nueva o un ejercicio mental fruto de técnicas de autosuperación. "Tampoco un 'tutorial' con el que aprender la última novedad, sino una invitación a ser parte de una historia de amor que se entreteje con nuestras historias", señaló.
 
El pontífice también criticó a un mundo "que no está dando raíces ni cimientos a los jóvenes", y pidió educación, trabajo y familia para sus futuros.
 

La despedida

Luego de la vigilia, miles de peregrinos pernoctaron en el lugar para esperar la misa de envío, la última que ofició el papa durante su visita. El pontífice dirigió su mensaje central a los peregrinos para ser agentes de cambio y vivir el presente. Les recordó a los jóvenes que "no son el futuro" sino "el ahora de Dios" y criticó a una sociedad que les está "adormeciendo".
 
"Ustedes, queridos jóvenes, no son el futuro sino el ahora de Dios", exclamó Francisco en La misa de clausura, ante unas 700 mil personas. "La vida es hoy, tienen que pelear hoy, tu jugarte es hoy, tu espacio es hoy", improvisó Francisco, invitándoles a "enamorarse" de todo porque será lo que "los haga levantarse por la mañana y los impulse en las horas de cansancio, lo que les rompa el corazón y lo que les haga llenarse de asombro, alegría y gratitud".
 
En la misa se anunció que Lisboa, Portugal será la sede de la próxima JMJ, en 2022. 
 
Tras la misa de clausura de la JMJ en el campo Juan Pablo II de Panamá, Francisco manifestó su agradecimiento al todas las autoridades de Panamá, al arzobispo José Domingo Ulloa Mendieta por la organización y desarrollo de la JMJ y por la participación de todos los jóvenes de diferentes países. "Gracias a todas aquellas personas que nos han sostenido con su oración, y que han colaborado con su esfuerzo y trabajo para hacer realidad este sueño de la JMJ en este país", dijo el papa.
 
Después, se dirigió a un albergue con enfermos de VIH/sida. En el Hogar del Buen Samaritano el papa aprovechó para recordar el Holocausto, ya que ese día (27 de enero), se celebra el Día Internacional de Conmemoración en Memoria de las Víctimas del Holocausto. 
 
"Necesitamos mantener vivo el recuerdo del pasado y aprender de las páginas negras de la historia para no volver a cometer nunca más los mismos errores", dijo.
 
En este centro, donde el lema es "prohibido morir", Francisco destacó que "el prójimo es sobre todo un rostro que encontramos en el camino, y por el cual nos dejamos mover y conmover de nuestros esquemas y prioridades y conmover entrañablemente por lo que esa persona vive para darle lugar y espacio en nuestro andar".
 
Puso el ejemplo de la parábola del Buen Samaritano donde se muestra que "la indiferencia también hiere y mata".
 
Tras el rezo del Ángelus, Francisco pidió que se busque una solución justa y pacífica para superar la crisis en Venezuela, respetando los derechos humanos y deseando el bien de todos los habitantes del país. El pronunciamiento del papa sobre la situación de Venezuela fue muy esperado durante toda la jornada, ya que por esos días se supo de la autoproclamación de Juan Guaidó como presidente interino del país sudamericano.
 
El papa Francisco también asistió a una reunión con voluntarios de la JMJ, en el estadio Rommel Fernández. Y finalmente fue despedido en el Aeropuerto Internacional de Tocumen.
 
La de Francisco ha sido la segunda visita de un papa a Panamá, después de la de Juan Pablo II en 1983 en la que solo estuvo un día, y la primera de Jorge Bergoglio al país centroamericano.
 
Ha sido la primera JMJ celebrada en Centroamérica y en su misa de cierre, estuvieron además del presidente Varela sus colegas de Costa Rica, Carlos Alvarado; Colombia, Iván Duque; Guatemala, Jimmy Morales; el Salvador, Salvador Sánchez; de Honduras, Juan Orlando Hernández, y Portugal, Marcelo Rebelo de Sousa.
 

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