Cara a cara con el duelo

Nacer, crecer, reproducirse y morir son las etapas que componen el tan mencionado “ciclo de la vida”. Sin embargo, aunque la última fase del ciclo es totalmente natural e inevitable, es también una etapa difícil de enfrentar.

En el plano psicológico, el duelo está definido como el estado que experimenta una persona tras una pérdida. El luto, por otro lado, es la manifestación de esa pérdida y de los sentimientos que esta haya ocasionado en la persona.

Según la Dra. Myriam Serracín, psicóloga en la Clínica Psicológica de la USMA, las sensaciones que se pueden llegar a experimentar después de la pérdida de un ser querido dependen de muchos factores: cercanía del ser querido, qué tan esperada era la muerte y las experiencias propias de vida. “Algunas de las reacciones que suelen verse luego de estos eventos son: tristeza, decaimiento, llanto repentino, irritabilidad, pesadez en el pecho, vacío en el estómago, pérdida de apetito, sueño o insomnio, dificultad para concentrarse, conflictos con las convicciones espirituales, algunos sentimientos de culpa por no haber hecho o dicho algo al fallecido, etc.”, comentó la Dra. Serracín.

Independientemente de cómo un individuo reaccione ante la pérdida, existen modelos desarrollados acerca de las etapas comunes que todos solemos enfrentar al perder un ser querido. La Dra. Kübler Ross describió cinco etapas.

• Negación y aislamiento: es un mecanismo de defensa provisional que tiene como objetivo amortiguar el dolor.

• Ira: al pasar el tiempo, la negación puede ser reemplazada por la rabia o sentimientos como la envidia o el enojo. En esta fase suelen desarrollarse cuestionamientos profundos y la queja se torna una actividad constante.
• Negociación: el individuo decide que es tiempo de intentar superar la experiencia traumática, busca llegar a una conciliación o acuerdo.
• Depresión: cuando la negación ya no es viable, el individuo entra en una profunda tristeza. Es importante saber que cuanto más se le deje expresar su dolor al individuo, más fácil será la aceptación de lo sucedido. Es incoherente en esta etapa tratar de ver el lado positivo del suceso. La continua insistencia del entorno dificultará el proceso.
• Aceptación: después de haber experimentado toda clase de sentimientos y sensaciones, llegará, de a poco, la paz. La vida del individuo sale a flote, y el dolor propio no es más el protagonista. Después de aceptar la pérdida, el individuo será capaz de volver a experimentar la esperanza.

La regla de oro en procesos de duelo es simplemente vivirlos. “Permitirse llorar, sentir rabia, abandono, desesperanza y expresar cualquier sentimiento que salga ayudará a transitar y asimilar la pérdida de mejor manera”, aconsejó la Dra. Serracín. El apoyo de familiares y amigos se hace necesario, pero actuando de manera sensata sin forzar al individuo a salir del proceso en el que está inmerso.

Los duelos no tienen una duración definida. Cada caso es distinto, el proceso es progresivo y personal. 

Estrategias positivas para aplicar ante el dolor

En el libro “La resistencia humana ante los traumas y el duelo”, los doctores Echeburúa, Corral y Amor presentan una lista de estrategias positivas que podemos aplicar en procesos de duelo. De la misma forma, la organización “Kids Healt” apoya los mismos, desarrollándolos en su portal web.

• Aceptación del hecho. Es importante recordar que la aflicción es una emoción temporal y que desaparecerá progresivamente.
•  Compartir el dolor y la pena. Las reuniones informales con amigos o familiares serán de gran ayuda. Estas brindan apoyo y evitan el aislamiento durante las primeras etapas del proceso.
•  Reorganización del sistema familiar y de la vida cotidiana. Establecer una rutina diaria de ejercicios y alimentarse bien pueden incidir de manera positiva en los cambios de humor.
• Implicación en grupos de autoayuda o en ONG. No hay por qué estar solo durante este proceso. Será una decisión individual compartir o no con personas que estén enfrentando lo mismo.