La educación es una de las claves para la inclusión de las personas ciegas

Mié, 11/27/2019 - 06:00
En el Centro Andrés Cristóbal Toro de la Unión Nacional de Ciegos las personas adultas con discapacidad visual son rehabilitadas para incluirse en la sociedad y ser independientes.

La educación es base para la inclusión pues permite que las personas con discapacidad sean ciudadanos productivos y se valgan por sí mismos. Bajo este precepto  el Centro de Rehabilitación Integral para Personas Ciegas y de Baja Visión Andrés Cristóbal Toro, de la Unión Nacional de Ciegos, imparte uno de sus programas llamado Rehabilitación Funcional Integral el cual “brinda las herramientas necesarias que ayuden al adulto ciego a desenvolverse de forma autónoma y a descubrir sus talentos”, según cuenta el presidente de la Unión Ángel Vega.

“Aquí las personas ciegas aprenden a ser iguales que las demás, a ser útiles a la sociedad. Unos trabajan, otros van a la secundaria, pero primero deben tener lo básico en la rehabilitación para poder ser independientes”, señala la directora del Centro Dorinda Esther Samaniego. 
El proceso de rehabilitación puede tomar de un año a dos. Con ayuda de los voluntarios y cinco instructores, alrededor de 30 internos —y varios estudiantes externos— aprenden el uso del bastón, cómo tomar el transporte público y moverse de un sitio a otro, al igual que el desempeño de tareas y actividades cotidianas. Además, el sistema Braille de lecto-escritura, manualidades, matemáticas con el uso de un ábaco especial y cultura en general. También los estudiantes reciben clases de inglés y aprenden informática por medio del sistema de lectura de pantalla Jaws for Window.  
 
 
“Nosotros damos informática porque tenemos que estar a tono con la tecnología,  le damos actividades de la vida diaria donde aprenden todos los quehaceres del hogar como vestirse, cocinar, arreglar la casa, también les enseñamos a hacer tejidos y con eso después hacen sus propios negocios. Y  damos orientación en movilidad que es lo más importante para nosotros, para que la persona ciega sea totalmente independiente y aprenda a desplazarse por sí mismo”, enfatiza Samaniego.

Levantar el ánimo y ganarse la vida

Una de las materias que se imparte en el área de rehabilitación es Manualidades y bisutería. “Es una forma de terapia, con eso se les levanta el ánimo”, dice el instructor Aristóteles Quiel González, quien se rehabilitó en el centro luego de quedar en tinieblas tras sufrir un accidente a sus 18 años. 
 
En la clase, que dura lo que el calendario escolar del Meduca, los estudiantes aprenden a hacer colgantes de maseteros, correas tejidas, hamacas de nudo y sin nudos, pulseras tejidas, tapetes tejidos, chácaras y bolsas para el supermercado. También elaboran collares con perlas de cerámica, cristal o piedras picadas, así como pulseras sencillas y dobles. 
 
Este conocimiento práctico les sirve como fuente de ingreso. “El propósito es que lo hagan de forma particular, pero en ocasiones hemos sido invitados a ferias y eventos nacionales, y allá los venden, o también acá lo vendemos”, afirma Quiel.
 
 
Mariscal Batista, licenciado en Banca y Finanzas, es uno de los estudiantes del centro Andrés Cristóbal Toro. El joven de 27 años proveniente de Las Tablas tiene baja visión debido a la enfermedad Stargardt, una degeneración precoz de la retina por causa genética con la cual nació. 
 
Mariscal confecciona una pulsera doble, pero se guía por su tacto para saber si está correcto el tejido o si debe arreglar algo. Para él hacer manualidades es reconfortante. “Te ayuda a relajarte, a distraerte, a mejorar el tacto con tus dedos, y algunos compañeros sacan sustento de esto”, manifiesta. 
 
También lo es para María Palacio García, oriunda de Changuinola, Bocas del Toro, quien elabora un collar de cuencas. La joven de 28 años quien nació con ceguera total se internó en el Centro desde 2018 “sin saber nada”, donde además ha aprendido a hacer labores cotidianas.
 
 
El joven Mariscal trabaja con su papá en un negocio familiar de neumáticos. Siempre había participado en cursos del Mitradel para personas con discapacidad, pero llegó al centro en abril de 2019 luego de que lo contactara la Unión a través de la Senadis. Esto significó una bendición porque pudo recuperar su autonomía, que había perdido en los últimos cuatro años cuando su condición se fue agravando y su visión se deterioró al punto de no distinguir claramente los objetos. “Me ha servido mucho venir, aquí he perdido el miedo”.
 
Además el centro ha significado una inspiración para él. “Aquí hay personas mayores con menor visión que yo y viajan de lugares lejanos en transporte público. Yo siendo menor no me puedo dejar, así que le dije a mis papás para mudarme a la capital”. Todos los  días viaja solo desde Vía Argentina e incluso recuperó su vida social.
 
Para María el centro ha sido un medio para salir del analfabetismo, pero ahora tiene el reto de demostrar a su familia que puede valerse por sí misma. "A veces en casa loa papás lo sobreprotegen a uno, deben dejarnos hacer las cosas por nosotros mismos", destaca.
 
 
La labor del centro Andrés Cristóbal Toro busca dignificar la condición de las personas con discapacidad, pero no es suficiente. Debe haber más apoyo del Estado, la empresa privada y la sociedad. A cinco años de haber terminado su universidad, Mariscal espera desempolvar su cartón y conseguir un empleo digno.“Lastimosamente la empresa privada no da la oportunidad que publicita”. Relata que solo lo han llamado para una entrevista a pesar de que ha metido currículo en todos lados, “siempre hago énfasis en que soy una persona con discapacidad”. Mariscal ha ido a ferias de Mitradel pero por lo general las empresas que van solo ofrecen puestos para labores de limpieza y no lo contratan por estar “sobrecalificado”. “No te brindan la oportunidad como deberían o lo dicen”, advierte.
 
El Centro cumplirá 50 años el próximo mes de abril, mientras que la Unión celebró su aniversario 57 el pasado 17 de noviembre en medio de los retos más difíciles que les ha tocado afrontar, según indica Ángel Vega. El pasado mes de septiembre la Alcaldía de Panamá suspendió provisionalmente el subsidio por mil 500 dólares al Centro para "poner las ayudas económicas en regla. Además, el Estado no cumple con el presupuesto anual que se le debe otorgar, según señala Ángel Vega.
 
El tema aún no ha sido subsanado y los fondos se hacen insuficientes para seguir apoyado la causa de brindar una oportunidad a las personas adultas con discapacidad visual para superarse personal, social y profesionalmente. 

Leer más: Centro Andrés Cristóbal Toro: un rayo de luz en la oscuridad


En Panamá se han hecho avances en temas de inclusión y existe un marco legal para que haya igualdad y equidad. Además de la Constitución, en el país existe la Ley N.°15 del 31 de mayo de 2016, que reforma la Ley 42 de 1999 y establece la equiparación de oportunidades para las personas con discapacidad. 
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