Aida Villarreal, una vida dedicada a proteger la Infancia y la Adolescencia

Jue, 07/11/2019 - 12:32
La Comisionada de la Policía de Niñez y Adolescencia asegura que la mujer tiene mucho que aportar a “un mundo tan duro y de tan altas exigencias como es el de la policía”

La Comisionada de la Policía de Niñez y Adolescencia, Aida Villarreal, cumple 25 años en el cuerpo como responsable de una entidad que cada vez tiene más protagonismo en la sociedad panameña.

 

La Policía de Niñez y Adolescencia celebra 25 años. ¿Qué ha supuesto este ente para Panamá?

Desde 1994, cuando se crea el código de la familia y el menor en Panamá, nosotros nacemos como un cuerpo especializado en esa misma Ley 3, en el artículo 592. Hay leyes, protocolos, decretos, etc., que rigen específicamente sobre los niños, niñas y adolescentes y, por eso, se considera necesario la creación de este servicio, para garantizarle a esa población, más vulnerable, una protección. Han sido 25 años donde hemos visto el crecimiento de la institución. Hemos visto como hemos ido avanzando, como hemos podido coordinar y articular de una manera profesional con todas las autoridades que tienen que ver con este tema de la niñez, como a través del Ministerio de Educación tenemos presencia en muchas escuelas a nivel de todo el país y como hemos ido ganando espacios entre esa población que cree y valora el trabajo que estamos haciendo.  

 

¿Cómo ha evolucionado la entidad en este tiempo?

Los primeros años no fueron fáciles. Nosotros tenemos una labor que, al final, redunda en que todos los ciudadanos requieren de la misma atención y de la misma protección, que todos tenemos las mismas necesidades. Pero con el tiempo hemos podido ir aprendiendo que el niño requiere y necesita una atención especial y que nosotros tenemos que, no solo garantizarle sus derechos, sino protegerlos. Muchas veces, como nosotros estamos en el día a día en la calle, en ese combate con la delincuencia, a veces perdemos esa perspectiva o esa sensibilidad porque terminamos mirándolos como un delincuente, y si tiene un problema no nos damos cuenta de que es un niño y de que al final es víctima. Hemos avanzado también en la cantidad de unidades que hemos ido aumentando poco a poco. Igualmente con los instructores, que ahora ya tenemos más de 100 unidades capacitadas que trabajan en prevención en escuelas y en comunidades de todo el país. Otra parte son los recursos, con vehículos y subestaciones de Niñez y Adolescencia en todas las zonas policiales, incluso en el área comarcal y en la nueva zona de Chilibre. Esto es lo importante, porque es donde se ve el interés de nuestra institución de primero cumplir con lo que establece la Ley y, segundo, atender a esta población que sabemos que requiere de un trato especial.

 

Y los niños y jóvenes, ¿han cambiado mucho en estos años?

Sí, definitivamente que sí. Es otro mundo. Estamos tratando que los adultos, los padres o el tutor, quien tenga niños y niñas a su cuidado, comprenda que estamos viviendo tiempos distintos, que no podemos seguir mirando hacia el pasado, cuando a nosotros nos daban chanquletazos o palazos, o que éramos niños que jugábamos a la rayuela o a otros. Sí, esos juegos son buenos y deben de continuar, pero también debemos de saber que estamos viviendo en un mundo tecnológico, que nuestros niños y jóvenes están viviendo otras emociones distintas y otro mundo distinto al que nosotros crecimos. Por eso estamos tratando que el adulto se involucre en ese nuevo mundo, que escuche a sus niños y adolescentes, que les den participación.

 

¿Queremos ponérselo todo muy fácil a los jóvenes de hoy en día?

Nosotros muchas veces, como adultos, queremos entregarles el futuro a nuestros niños, pero tenemos que entender que el niño, desde ya, puede ir construyendo ese futuro que él va a heredar, en el que él va a trabajar. ¿Por qué? Porque él sabrá que construyó, que trabajó eso, que se fue empoderando hasta que el día de mañana se va a sentir importante, sentirá que él fue útil desde su niñez. Esas cosas, nosotros los adultos tenemos que irlas comprendiendo porque él necesita su espacio, necesita divertirse, jugar, ser feliz, y nosotros tenemos que crearles el camino, darles la oportunidad de que ellos lo puedan lograr. Pero también creo que depende del niño ser feliz, no del adulto. El adulto es ese camino o esa dirección para que el niño pueda ser feliz, vivir en un entorno armonioso, etc., Debemos comprender que este mundo de tecnología, de videojuegos, de las fiestas que ellos quieren, ahora son otras modalidades, ellos viven una moda que quizás nosotros no la vivimos. Además, ahora los padres trabajamos más, y le damos mejor calidad de vida que a lo mejor nosotros no la tuvimos. Por eso creo que se les debe permitir a ellos que puedan gozar de esas cosas, con dirección, con disciplina en sus hogares, pero nosotros tenemos que, no olvidar el pasado, pero decir “pasado, te dejo aquí porque ahora tengo este presente y tengo que pensar en el futuro”.

 

¿Cómo influye el cambio del rol familiar que se está dando en la sociedad en esos niños y jóvenes?

Hoy en día salen papá y mamá a trabajar y sabemos que nuestros niños y jóvenes pasan mucho tiempo solos en casa. Pero el problema no está tanto en las horas que el padre está fuera, sino en ese desprendimiento que hacen los padres de sus hijos. Yo creo que es ese contacto vía telefónica, ese contacto por chat, por whatsapp, porque ahora hay muchas herramientas que el padre pueda tener contacto con el hijo, el que hace que el pequeño sienta que, aunque su padre tiene que trabajar muchísimas horas, está presente, está pendiente, se preocupa. Creo que ahí es definitivamente donde quizás nosotros los adultos tenemos algunas fallas en que sí, estamos trabajando, estamos cansados, llegamos a la casa, a lo mejor el niño o el adolescente está lleno de emociones, de cosas que nos quiera contar, pero nosotros estamos pensando que quizás hay que hacer la cena, arreglar las cosas para el día siguiente, ya es tarde… y entonces nos olvidamos que a ese niño algo le pasó en la escuela, algo tiene que contarnos, tiene la necesidad. Ahí es donde vamos haciendo esa brecha, y vamos creando ese abandono en que ellos se sienten. Quizás en las mañanas no nos preocupamos de decirles que los amamos, que estamos orgullosos, que le vaya bien la escuela… entonces el niño va creciendo abandonado de esa atención y de afecto y de emociones, de aquello que en ese momento más importante de la vida ellos requieren.

 

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Internet y las nuevas tecnologías también tienen algo que ver en esos cambios. ¿Cómo influye en los más pequeños? ¿Qué precauciones habría que tomar al respecto?

Insisto en el tema de la atención y las responsabilidades. Sabemos que hay muchas cosas buenas en este mundo de la tecnología para nuestros niños y adolescentes, pero nosotros como padres tenemos que ser responsables y saber cuáles son y cuáles les podemos dar a nuestros niños y cuáles no. Quizás a nosotros nos molesta que el niños sea activo, quisiéramos un niño robot que le diéramos una orden y la ejecutara de una vez. Entonces, como queremos tenerlos controlados le entregamos las herramientas para que el niño se entretenga, en plan “deja de ser una molestia y entretente con esto”, pero no sabemos al final qué está viendo el niño, si eso es saludable. Al final creo que lo estamos perjudicando porque le estamos creando una adicción desde niño innecesariamente.

 

Entonces, ¿se debe evitar la tecnología en los niños?

Creo que hay una edad en la que el padre puede decir bueno, yo te puedo comprar un juguete que tiene las mismas herramientas que estos aparatos tecnológicos que te enseñan idiomas, palabras, etc., que también el niño puede ir trabajando sobre eso porque son juegos creados específicamente para ellos y, ya cuando el niño tenga una edad que nosotros consideremos responsable, entonces permitirle que vaya teniendo acceso a la tecnología.

 

 

¿Y en los adolescentes?

En el tema de los adolescentes, nosotros los padres pensamos que dándoles un teléfono el niño ya estará siempre en contacto, porque sentimos que si no le damos un teléfono no podemos tener control sobre él. Pero si hacemos eso, entonces hay que respetarle. Yo creo que nuestros adolescentes requieren espacio y respeto y nosotros los padres le queremos dar las herramientas pero queremos estar revisándoles esos teléfonos, queremos involucrarnos en quizás cosas que son parte de la intimidad de ese adolescente. Yo creo que tiene que haber una orientación y una confianza. Si yo te estoy entregando un aparato es porque yo confío en ti, yo te he orientado a que tú comprendas cuál es tu rol con eso. Yo no creo en estar revisándoles los teléfonos y estar desconfiando de lo que nuestros hijos están haciendo si sabemos que lo hemos hecho bien, que estamos pendientes y que le hemos entregado una responsabilidad. Porque esto (el teléfono) es una responsabilidad. Cuando usted le entrega una computadora o un celular a su hijo, le está dando una herramienta que él ya tiene que tener una madurez, tenga la edad que tenga, para saber todo lo que se puede hacer con eso. La tecnología es útil y necesaria, pero cada cosa a su momento y a su edad.

 

Y ustedes, desde la policía, ¿cómo se adaptan a esta sociedad cambiante?

Nosotros nos capacitamos todos los años y tratamos de adelantarnos a lo que pueda venir, a las nuevas tendencias que nosotros vemos, en aquello que nuestros jóvenes ya están involucrados o en cuestiones que se están dando en otros países y que nosotros sabemos que pronto van a llegar a Panamá. Nosotros empezamos a leer, a buscar, también hay uno de los programas que desarrollamos aquí de drogas que nos actualizan cada año y ahí vemos tendencias que ya se están dando, por ejemplo, en los Estados Unidos. Además, todas las charlas que llevamos también las revisamos cada año para ver si tenemos que actualizarlas o si estamos desfasados. Yo creo que hemos aprendido mucho del trabajo que estamos realizando con las autoridades, porque estamos trabajando en la escucha. Panamá ha ratificado protocolos en donde el niño tiene derecho a ser escuchado, porque cuando nosotros escuchamos al niño o al joven, nosotros podemos saber qué es lo que le está pasando o que está viviendo en su entorno. Pero si nosotros no lo escuchamos o no le damos participación, ¿cómo vamos a saberlo? Vamos a seguir sacando las conclusiones como adultos de lo que nosotros pensamos o creemos, pero al final quizás no es eso. Cuando usted tiene ese contacto con el niño o con el adolescente, usted se queda impresionado, primero de la capacidad que tiene, de lo valioso que son, de los vacíos, de las necesidades, de todo lo que pasa en su mundo y más. Y nos hemos ido ganando a esos niños. Los primeros días que llegamos a las escuelas ellos se nos quedan mirando así como qué hacen aquí, pero después agarran a ese instructor, no lo quieren soltar. Además, como nosotros también vemos las estadísticas a nivel nacional de todo lo que pasa con nuestros niños, al final vemos que sufren y que, a pesar de lo problemático que puedan ser, porque muchas veces decimos sí que los jóvenes son los que están cometiendo delitos, y no siempre es así. Nosotros, aunque cometan un delito, siempre vamos a ver que son víctimas, porque ellos no nacieron así. Ellos tuvieron en su caminar esas situaciones que los llevaron hasta ese punto, pero que en el fondo van a ser víctimas siempre.

 

¿Cuál es el tipo de problemática que se encuentran más en Panamá?

Aquí nosotros vemos mucho maltrato y agresiones sexuales, incluso dentro de su propio entorno, ya que muchas veces viene de la misma familia o de personas de confianza. Ahora, con el incremento de la violencia doméstica, también vemos como ellos quedan involucrados en ese tipo de situaciones. Pero yo creo que nosotros todavía tenemos un buen país, que tenemos que hacer un esfuerzo por ir trabajando más sobre ellos, sobre sus necesidades y creo que podemos tener mejores tiempos.

 

Hablando más de usted, ¿cómo y por qué decide hacerse policía?

Empecé a trabajar en el año 88 como secretaria en las fuerzas de defensa y ahí, en ese ambiente, fue despertando en mi el amor y la pasión por ese trabajo. Siempre lo vi como un trabajo sacrificado pero como un trabajo bueno, que quizás en el caminar uno ve sinsabores, pero también ve muchas, muchas oportunidades, muchas satisfacciones profesionales y también familiares. Yo he vivido como personas se me acercan y se emocionan de ver una mujer con rango, una mujer profesional, que está dentro de estas instituciones que desde sus inicios fueron creadas para hombres.

 

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Entonces ahí decide que su futuro estará dentro del cuerpo…

Sí. Estuve como cinco años en las fuerzas de defensa trabajando como agente civil, no era uniformada, me fue dando ese interés. Yo estuve en otras facultades, estuve en la facultad de administración de empresas y contabilidad y en la facultad de administración pública, porque yo decía que quería ser contadora pública autorizada, porque era como una carrera de moda para los que nos graduábamos de comercio en aquellos años. Y me parecía que eso era tan importante y que era una buena carrera, pero mientras estaba en la universidad yo decía esto no es lo mío. Entonces, cuando pasamos a ser una institución netamente policial, en el año 90, aspiré para una beca y me fui a estudiar a la academia de la policía federal en la República de Argentina, mi carrera de tres años. Y mire, ya el 27 de abril de este año cumplí 25 años de servicio. Voy a la par de la policía de niñez: yo me gradué en el año 93, y ya en el 94 fui escogida dentro de un grupo para pertenecer a este servicio.

 

¿Cuáles son las funciones de su cargo actual?

Aquí en la policía de Niñez y Adolescencia yo soy la jefa en todo el país. Nosotros supervisamos los procedimientos, somos lo que regimos todos los programas de prevención que se dan en todas las escuelas del país, en estos momentos estamos trabajando en mesas técnicas –también pertenece al Consejo Nacional de la Comisión Nacional de Prevención Contra la Violencia en la Niñez y la Adolescencia-, trabajamos de la mano con Meduca, tenemos convenios Meduca-Policía con presencia en escuelas importantes como el Instituto Nacional, el Arte y Oficios, etc. Hemos tenido grandes avances, ya tenemos cuatro años sin disturbios ni problemas con estas escuelas que sabemos que por años habían tenido manifestaciones violentas en las calles y nuestra presencia ha sido importantísima y hemos logrado eliminar eso. Tenemos que ver también con todo lo que esté relacionado con niñez, el tema de la protección, las mesas técnicas, estamos trabajando en temas de trauma infantil, tenemos rutas para trabajar este tema y con Senniaf, con programas con niños que están en la calle en mendicidad… Todo eso lo supervisamos, regimos todas las normas, hacemos protocolos de actuación, maneras de procedimiento, las capacitaciones, los cursos... Estamos capacitando y preparando a las unidades de Senan y Senafront en materia de niñez también, porque aunque la ley nos crea solamente a la policía nacional ellos son nuestros brazos en áreas donde nosotros no tenemos presencia. Entonces estamos incluyendo, dentro de nuestras capacitaciones, a esas unidades en estas materias, así como también para que puedan ser tutores de nuestras materias atendiendo en las escuelas de las áreas donde no estamos nosotros.

 

¿Cuál ha sido su clave para el éxito?

Yo creo que es amar lo que uno hace. Es el compromiso. Esta es la profesión que nosotros escogimos y tenemos que ser profesionales, conocedores de las leyes. Yo creo que esa es la base de todo el éxito de un funcionario como nosotros, un funcionario encargado de hacer cumplir la ley: conocer nuestras leyes, apegarnos a ellas, respetar los derechos… Pero, sobre todo, yo creo que es la pasión y el compromiso con el que hacemos nuestro trabajo.

 

¿Su trabajo es como se lo imaginaba cuando estaba estudiando?

No, al principio no. Al principio fue sumamente duro. Hubo momentos que por mi mente quizás pasó el arrepentimiento y pensaba que iba a ser muy duro. Tuve momentos en que pensé mejor me voy a meter en la universidad y voy a tener otra carrera porque fue como cuando uno está pasando la etapa de la niñez a la adolescencia que recién va experimentando cosas y emociones. Pero después realmente la pasión que me llevó a estudiarla me hizo ver que esta es una institución que de verdad, el que no la conoce y nos ve desde afuera muchas veces no lo entiende y no sabe lo maravillosa que es. Aquí tenemos mujeres y hombres valiosos, el compromiso, el sacrificio que hacen las unidades y nosotros todos los días, no cualquiera dice que va a dar la vida por alguien, saber que uno juró esa bandera, es algo que corre por las venas. Yo creo que si Dios me diera la oportunidad de nuevo, yo volvería a escoger esta profesión porque, a pesar de todas las cosas difíciles que vivimos, tenemos muchas oportunidades.

 

¿Considera que el hecho de ser mujer se lo ha puesto más difícil en su carrera?

Definitivamente que el porcentaje de mujeres siempre vamos a ser muchísimo menos que los varones y quizás por esa brecha nosotras muchas veces sentimos que tenemos menos oportunidades que ellos en cuanto a puestos o asignaciones, pero no puedo decir que como mujer he tenido dificultades de avanzar. Aquí nosotras tenemos la oportunidad de ascender con los mismos beneficios y derechos que tienen nuestros compañeros varones, nosotras tenemos que empoderarnos e ir creando nuestros espacios también para que se nos den esas oportunidades. Algunos de los obstáculos que quizás hemos encontrado es que muchas veces los espacios son diseñados para hombres, entonces nosotras como mujeres tenemos la parte maternal, cuando nos tocaría o nos toca trabajar en algún lugar donde no podamos estar cerca de nuestros hijos o se nos dificulta tenerlos cerca, porque no tenemos esa condición para poder trasladar a la familia con uno, entonces esas a lo mejor son las brechas que se van creando, pero no porque no tengamos la capacidad ni la oportunidad.

 

Mujer policía. Esta condición, ¿hace que en las calles la gente le trate diferente a sus compañeros hombres?

Yo creo que mucha gente se sorprende y más cuando nos ve ya a este nivel con estos rangos, ya que quizás hace muchísimos años no se veían mujeres comisionadas o coroneles, como era el rango que se utilizaba antes. Pero hoy en día somos profesionales y estamos ingresando cada vez más mujeres a las instituciones de formación policial aquí en Panamá. Yo creo que tanto el varón como las mujeres nos respetan en la calle y muchas veces uno escucha a los hombres comentar que le tienen hasta más temor a una mujer porque saben que somos quizás más duras en cuanto a corrupción o sobornos. Siempre va a haber situaciones en que alguno nos va a ver vulnerables y se va a querer aprovechar del simple hecho que seamos mujeres, pero yo nunca me he sentido irrespetada por el hecho de ser mujer en la calle.

 

¿Cómo es Aida Villarreal fuera de su faceta profesional?

Tengo 25 años de profesional y 24 de matrimonio. Mi esposo también es comisionado y trabaja en Senafront. Tengo dos hijos maravillosos, Ronald, que tiene 23 años y Ana Sofía que acaba de cumplir 15. Ha sido difícil para ellos, más para Ronald porque creo que fui muy dura con él en el tema de dejarle los espacios y dejarle su oportunidad de que cuando era un adolescente pudiera tener eso que comentaba antes. Esa es una de las cosas que he podido madurar y cambiar ahora en lo que es la educación de Ana Sofía, que a pesar que es niña y quizás uno dirá que su educación y su disciplina debe ser más fuerte, he permitido que ella tenga una adolescencia con todas las oportunidades de cualquier joven. Definitivamente soy una esposa y madre, me desvivo por ellos, ninguno tiene queja de mi porque estoy pendiente de todo. Como muchas mujeres actualmente soy el motor de la casa, procurando dar el ejemplo a mis subalternos y a la población, ya que si estamos atendiendo a los niños y adolescentes del resto del país, como no voy a atender a mis hijos y a mi hogar. Igual yo me considero una mujer normal, trato también de cuidarme a mí misma, me gusta arreglarme, maquillarme… A veces las señoras y caballeros me dicen mira que usted siempre está arreglada, maquillada, y bueno, nosotros tratamos de que la gente vea que sí somos profesionales pero también somos femeninas, somos mujeres.

 

¿Qué actividades le gusta hacer en su tiempo libre?

Yo amo descansar, me gusta ir al cine muchísimo, nosotros creo que esa es una de las cosas que más hacemos, ir al cine, ver Netflix, salir a cenar en familia, o a desayunar un domingo… En cinco años, cuando ya me toque retirarme, entonces sí me gustaría viajar, pasear y esas cosas.

 

¿Quién ha sido o es tu modelo a seguir?

Yo creo que mi primera motivación fue mi papá. Mi papá es un teniente jubilado, siempre fue un hombre sacrificado ya que en esos tiempos los salarios eran muy bajos, pero a él no le importaba. Incluso cuando yo me gradué, él fue a mi graduación con mucho sacrificio. Entonces yo veo ese orgullo en él y eso me motiva a que yo sea una buena hija y una buena profesional. Porque siempre me pongo a pensar que cada cosa mala que yo pueda hacer eso lo va a lastimar. Al principio de mi carrera, incluso cuando estaba estudiando, muchas noches pasé muchos problemas económicos porque en ese tiempo en Argentina el dólar estaba casi equiparado con la moneda y para mí fue muy difícil la parte de la economía, y muchas veces me sentí tan triste porque tenía muchas necesidades y yo me ponía a pensar que no podía llegar derrotada, “si yo vuelvo a Panamá sin título es que me haya pasado un accidente y me repatrien en un féretro, pero de menos yo llego con ese título”, me decía. Todo ese sacrificio, nosotros somos una familia muy humilde, nos motiva a que seamos mejores, a que nos esforcemos, a que si yo no tuve nada ahora yo tengo la oportunidad de darle mejor calidad de vida a mis hijos y tener mejores oportunidades yo también como madre, como mujer y como profesional.

 

 

¿Cómo es su relación con sus subalternos?

Yo creo que esta es una buena institución, con mujeres valiosas, profesionales y mis subalternos, yo me debo a ellos. Entonces en la medida que yo pueda tener una buena carrera y una buena enseñanza hacia ellos, entonces ese es el legado que yo les voy a dejar. Y siempre les digo que cuando yo me retire yo quiero escuchar muchas cosas buenas de ellos, porque si yo escucho cosas malas, yo fracasé como líder, yo me voy a sentir mal porque hice mal mi trabajo. Esas cosas me motivan a trabajar y a hacer las cosas bien. Para estar aquí esto hay que amarlo, hay que sentirlo.

 

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¿Cómo se debería motivar a las mujeres para impulsar sus carreras en esas mal llamadas "profesiones de hombres"?

Yo creo que ya los tiempos nos han ido demostrando a todas que tenemos una capacidad increíble. Si bien es cierto que el hombre tiene esa fuerza física, incluso hay mujeres que también la tienen, pero vamos a dejarle esa fuerza al hombre, la mujer tiene una fuerza emocional, las mujeres somos emocionalmente más fuertes y eso está comprobado en muchos aspectos. Nosotras quizás en este mundo duro, con muchas exigencias, y más como es esta carrera, nosotras podemos darle ese equilibrio entre esa fuerza física y la fuerza emocional. Quizás nos cuesta esforzarnos un poquito más físicamente en algunas cosas, pero también la parte intelectual vemos que muchas mujeres ocupan puestos, hemos vivido los avances en que ya vemos mujeres en los metrobus, pilotos, etc. Esta es una buena profesión, yo las motivo a que crean en la capacidad que nosotras tenemos como mujeres, no nada más física, sino también emocional.

 

¿Un consejo para las profesionales del futuro?

Que crean en el rol por el que nosotros vinimos a este mundo. Dicen que Dios nos creó como la ayuda idónea, pero nosotros no le damos valor a esa palabra. La verdad es que somos idóneas, somos capaces de lograr todo lo que deseemos o lo que emprendamos, yo creo que no hay obstáculo ni barrera, sino uno mismo. Confíen en la capacidad que tenemos y nunca, 

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